ARONA

Demuelen el colegio viejo de Las Galletas para construir un centro cívico

Alumnos del CEIP Luis Álvarez Cruz. / DA
Alumnos del CEIP Luis Álvarez Cruz. / DA

El pasado martes comenzaron los trabajos de demolición del colegio viejo de Las Galletas para la construcción en la misma parcela del futuro centro cívico de esta localidad costera del municipio de Arona.

Las Escuelitas, como popularmente se conocía a esta edificación, fue el primer centro educativo de este núcleo y por él pasó la mayoría de la población galletera desde que comenzó a prestar servicio hace ahora 63 años. Muchos de los antiguos estudiantes recuerdan, con cierta nostalgia, incluso cómo el profesor vivía en la parte alta del inmueble.

Los alumnos del Centro de Educación Infantil y primaria Luis Álvarez Cruz han sido testigos de los trabajos de derribo del viejo edificio. Las obras de las máquinas han congregado, además, a profesores y vecinos que no han querido perderse el momento.

“Me da melancolía y tristeza, siento mucha pena”, dijo a este periódico Carmen Rosa Ramos Navarro, profesora del CEIP contiguo y antigua alumna del centro. “Entiendo que se construya un centro cívico que dinamice la actividad cultural del pueblo, pero no puedo evitar muchos recuerdos que viví aquí”, señaló.

La docente rescató de su memoria algunos pasajes que no podrán hacer olvidar el trabajo de las excavadoras: “Había un patio interior, aunque el recreo se hacía en las calles; era otra época no había casi ni coches y era todo más tranquilo”.

Antiguos alumnos recuerdan también cómo cuando se celebraba el Día del Libro los estudiantes plantaban un pequeño árbol “y en torno a él hacíamos un recitado de poesía, una costumbre que desgraciadamente ya se ha perdido”, indicaron.

Varios de ellos comentaron que hubieran preferido conservar la edificación y reconvertirla en un centro donde se impartieran cursos de informática, clases de folclore o cualquier otra actividad relacionada con la formación.

Carmen Rosa Ramos Navarro explicó a sus alumnos del CEIP Luis Álvarez Cruz los años de historia y las innumerables vivencias que se desmoronaban con el edificio, cuyos escombros caían ante la atenta mirada de los menores. “Les comenté que parte de nuestra vida estaba ahí; y ellos, sin apartar la vista, solo atinaban a decir: qué pena maestra”.