CULTURA

Fernando Menis: “La arquitectura de calidad no tiene por qué ser cara”

Foto FRAN PALLERO
Foto FRAN PALLERO

Un buen día decidió romper lazos profesionales con el Archipiélago y lanzarse a la aventura por Europa y el mundo. Fernando Menis es hoy uno de los arquitectos canarios con más peso internacional. Tiene obras en China, Crimea, Suiza, Rusia; da clases en Hong Kong y próximamente inaugurará su construcción más imponente: el Auditorio de Torun (Polonia), una intervención de 51 millones de euros. Antes, el próximo martes día 10 (20.00 horas), estará en el Espacio Cultura de CajaCanarias de Santa Cruz, inaugurando la exposición Razón y emoción en los años difíciles, con la que conmemora tres décadas de trayectoria profesional.

-¿Con qué se va a encontrar el visitante en esta exposición?

“Se trata de explicar lo que hemos estado haciendo estos últimos años. Qué ha pasado durante el periodo de crisis. Cuando esta empezó, me ocurrió lo que parecía una desgracia aunque finalmente se convirtió en una suerte. Me separé de mis antiguos socios y me fuí de Tenerife. Fue una situación tremenda y me dije: se acabó la Isla. Me fui a Valencia y allí monté un nuevo estudio, con una posición de riesgo muy grande. De vez de defendernos de la crisis lo que hicimos fue atacarla. Y di el salto al ámbito internacional. Esa visión de una etapa es lo que intentamos transmitir en esta muestra, junto con la parte investigadora que desarrollamos, reflexionando sobre el nacimiento de una ciudad. No en cuanto a edificios, sino como un espacio generador de vida a partir de los tres elementos básicos: alimentación, agua y energía. Todo ello representado por una escultura de 2,40 metros”.

-Hoy las ciudades se construyen más a partir de las necesidades. Así que ese un planteamiento contrario a lo habitual.

“Hacemos una vuelta a los orígenes. La civilización se entiende que empezó entre Eufrates y Tigris precisamente porque era allí donde había agua y recursos. Fue a partir del fenómeno del petróleo en Texas cuando las ciudades empezaron a surgir en cualquier sitio. Toda esta labor investigadora que hacemos en el estudio, con nuestros propios fondos, intentamos que luego repercuta en los edificios que proyectamos. En Hong Kong, por ejemplo, he desarrollado junto a mis alumnos una pieza, denominada tubo húmedo, que pretende aprovechar el enorme vapor de agua que hay en aquella ciudad para crear las condiciones de un centro comercial”.

-¿Cuáles diría que son los valores característicos de su obra?

“Una arquitectura con tremenda fuerza y potencia. Un rasgo muy vinculado a mi condición de canario. Esta es una Isla con un paisaje potente, como se demuestra en Las Cañadas o Benijos, y eso está impregnado en mi trabajo, tanto, al menos, como la formación académica que recibí en Barcelona”.

-¿Con qué proyectos se motiva más, con las grandes edificaciones o con la regeneración de espacio libres?

“Me siento cómodo allí donde sea posible trabajar en equipo y con un cliente que esté interesado en hacer un proyecto atractivo. Hace dos semanas, sin ir más lejos, inauguramos una plaza en Zúrich, en un pueblo llamado Bürchen, que ha resultado ser una experiencia conmovedora. El proyecto es mucho más grande, repensar la economía del pueblo, y hemos empezado con esa plaza de apenas 300 metros cuadrados. Una obra pequeña, simple, pero muy gratificante”.

-El próximo día 12 de diciembre inaugurará otro proyecto mucho más ambicioso, un Auditorio en Polonia.

“Es una obra tremenda, con más de 500 personas trabajando en ella. Yo solo soy la cabeza de la pirámide. La suerte para un arquitecto es encontrar una cliente que escuche y con el que establezcas realmente un interés común. Y aquí así ha ocurrido. En cualquier caso, la gran oportunidad de mi vida fue el Magma de Adeje, donde aprendí muchísimo”.

-¿Con la incorporación de las nuevas tecnologías y los equipos multidisciplinares, el papel de los arquitectos se ha visto reducido a una cuestión más artística?

“Un arquitecto lo que hace es ordenar datos, cruzar información y finalmente ejecutar una idea. Eso no ha cambiado. Respecto a las nuevas tecnologías, el nuestro ha sido un camino curioso. En el año 98 ya utilizábamos la maqueta digital. Y en el 2003 teníamos un escáner en el estudio. Pero en el 2005 lo quitamos todo y volvimos a lo anterior. A moldear manualmente. Con los ordenadores todo parece posible. En cambio, algo racionalmente ejecutable es otra cosa”.

-Últimamente pasa mucho tiempo fuera de la Isla. ¿Exilio voluntario u obligado?

“Es un exilio necesario. Intento buscar lugares y clientes con interés en hacer algo bien hecho, y este país no está actualmente en una situación de ese tipo. La economía no lo permite. De todos modos, muchas veces se confunde la baja calidad con lo barato. Una cosa puede ser barata pero no tiene por qué ser de baja calidad. Pasa con la ropa: te puedes vestir igual de bien en Zara como en Prada. La arquitectura de calidad no tiene por qué ser cara. Y la arquitectura mal hecha no tiene por qué ser barata”.

-¿Acepta todos los encargos que le llegan o filtra mucho?

“Me cuesta mucho encontrar un encargo. No llegan tantos como yo desearía. Pero por supuesto que valoro y medito todas las variables antes de asumir un proyecto. Si un trabajo implica poner en riesgo el prestigio, que es lo único que tengo en la vida y por lo que llevo tantos años luchando, no tiene ningún sentido cogerlo”.

-¿Cómo se abre paso un arquitecto canario en el escenario internacional?

“No sabría decir la fórmula. En mi caso, reconozco que ha habido muchos errores en el camino que me han ayudado a aprender. Cada sitio tiene su particular forma de ser. Hay muchos países en los que te tienes que mover con un abogado al lado. En Polonia tengo dos personas encargadas exclusivamente de la burocracia. Ya sobre el terreno, es vital también saber rodearte de los mejores”.

-¿Es cierto que en España el apadrinaje político es esencial para que un arquitecto pueda progresar?

“Yo diría que no. Viví la época que viene de la cultura francesa, que son los que empiezan hacer para todo concursos. Y en España, prácticamente todo en los últimos años, se ha hecho por esta vía. Fue una etapa donde se seleccionó mucho. De hecho, la arquitectura española está muy bien valorada fuera”.

-De todas las obras que ha realizado en Canarias, ¿de cuál se siente más orgulloso?

“El Magma significó mucho para mí, pero hay otras dos por las que siento especial debilidad. La plaza de Adeje es una intervención con mucha fuerza, en la que el paisaje lo es casi todo. Nosotros lo único que tuvimos que hacer fue integrar la intervención en ese decorado y creo que el resultado ha sido espectacular. Luego está la mejora medioambiental del frente portuario de Santa Cruz de la Palma. Una obra que puede ser un revulsivo para la Isla”.

-El proyecto de la iglesia de Las Chumberas ha sido reconocido internacionalmente, incluso está presente en el MOMA de Nueva York. Pero la obra sigue sin finalizarse…

“Es una pena tremenda. Está en un descampado y mientras no se acabe la plaza de alrededor no tiene ningún sentido acabar el templo. No obstante, es una obra con unos valores muy reconocidos. El párroco me ha contado que va mucha gente a visitarla”.

-El estadio de Tíncer tampoco parece contar el aprovechamiento previsto.

“Hace apenas un mes estuve hablando con la directora del centro y me contaba el enorme avance que ha tenido el atletismo en la Isla. No creo que sea solo por este estadio. Pero sí estoy seguro que ha ayudado. Quizás de cara al público no sea un sitio muy visitado, pero en cuanto a la actividad deportiva que alberga ha tenido un efecto muy positivo”.

-Y, ¿qué le diría a los que dudan de la viabilidad de El Tanque como espacio cultural?

“El pobre no sé cómo sigue en pie… Tiene un presupuesto irrisorio, que no creo que dé ni para barrerlo. Este verano lo visitó el director de la Tate Modern Gallery de Londres y no podía entender cómo ese espacio estaba tan poco valorado. Hay gente que lo ama, pero lamentablemente no es gente que tenga la capacidad de tomar decisiones”.

-¿Qué opinión le merece la arquitectura contemporánea de Canarias?

“Muy buena. Minoritaria, pero en general con obras con la calidad muy buena. Otra cosa es el urbanismo. Creo que no ha sido muy acertado en los últimos tiempos. Es una sensación que compartimos muchos cuando vemos el campo triturado o esas casas en medio de las montañas de Anaga. Es un problema social, que seguramente tiene que ver con nuestra propia forma de ser. Los políticos solo son el reflejo de la
sociedad”.

-¿Qué influencia tuvo la figura de su hermano Adán Martín en su trayectoria?

“Su influencia fue tremenda. Nunca olvidaré uno de sus primeros consejos: no te preocupes por el dinero, céntrate en hacer las cosas bien; el dinero ya vendrá. En la familia lo echamos de menos, especialmente sus conversaciones. Tenía una formación tan global que sabía casi todo. Fue una escuela tremenda para todos los que lo rodeamos”.

-Tras 30 años de trayectoria profesional, ¿qué proyecto le gustaría ejecutar?

“La parte terrestre del futuro puerto de Puerto de la Cruz. Significaría volver a trabajar en la Isla, pasar muchos más tiempo en la Isla y contribuir al resurgir de esa maquinaria turística que es Puerto de la Cruz. Estamos muy ilusionados”.