la crítica

‘Las bodas de Fígaro’ – Por Estrella Ortega

Dentro de Ópera de Tenerife se integra el proyecto Ópera Estudio, un centro de alta especialización dirigido a jóvenes profesionales del canto carentes de experiencia, pero con una preparación sólida. Hoy los aspectos musicales, siendo imprescindibles, son una parte del espectáculo al que añadir interpretación tanto musical como escénica y algo tan importante como el contexto histórico, además del estudio del libreto en profundidad. Esta serie de disciplinas, y otras técnicas no especificadas pero sí imprescindibles, culminan con la representación de la ópera Le nozze di Fígaro (ópera bufa en cuatro actos) de W. A. Mozart con libreto de Lorenzo da Ponte. Las cuatro representaciones proyectadas -22, 23, 24 y 25 de octubre- contaron con dos repartos vocales en los principales roles, no obstante, aunque acudí al 23 no deben diferir en cuanto a su calidad. La producción del Auditorio de Tenerife firmada por Silvia Paoli está pensada en un tiempo difuso, con vestuario, arquitectura y atrezzo mínimo pero suficiente para el desarrollo de la escena, en el que incluye varias licencias propias de la época actual que mueven a preguntarse por la simbología y a la que el espectador no suele llegar. Sería pertinente que en las presentaciones se hiciera alusión al porqué de los elementos elegidos. Otra cosa bien diferente es el trabajo escénico. Fantástico. Es digno de alabanza la labor y la entrega que los jóvenes intérpretes pusieron en la interpretación. La obra, plagada de enredos amorosos y embrollos continuos, requiere un importante elenco que estuvo a la altura de las exigencias. El barítono Pablo Gálvez personificó a Il Conte di Almaviva, y la soprano Arianna Vendittelli a su frágil esposa; la soprano Inés Ballesteros fue una pizpireta Susanna, novia del enredador Fígaro, el bajo Ricardo Fassi, y la mezzo Valentina Stadler un Cherubino bien timbrado y notablemente eficaz en su rol, así como Javier Povedano en Bartolo, Jaime Pialli fue Antonio, y Marcelina y Barbarina Silvia Zorita y Carmen Mateo respectivamente. David Astorga encarnó a D. Basilio y D. Curzio. El Coro Ópera de Tenerife, dirigido por Carmen Cruz, así como la Orquesta Sinfónica de Tenerife, bajo la batuta de Yi-Chen Lin, se mantuvieron en constante equilibrio, entre su función de acompañante y la belleza y brillantez de sonido.