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A lucir las panzas a Londres

1. Desde mi más tierno inicio en esta profesión, cuando yo era un joven reportero, me llamaban mucho la atención los concejales que acudían a las ferias de turismo, desmanguillados, luciendo unas panzas horrorosas, mirándoles el culo a las azafatas y sin dar puto clavo. No ha cambiado mucho el panorama, a pesar de la sofisticación de las costumbres, porque el que es mago lo es para toda la vida. Es muy difícil que un rebenque se recicle. Así que miro para la World Travel Market londinense, la feria de turismo, y los vuelvo a ver, pobre de mí, con las panzas relucientes y las chaquetas de tres tallas menos, haciendo que entienden inglés cuando ni siquiera pasaron del “my tailor is rich”, primera lección del pequeño explorador de la lengua inglesa. Nunca supe qué pintaban allí aquellos osados, cuando ni siquiera tenían capacidad para hablar con un turoperador o para dar una idea relativa a la promoción de su pueblo. Debe existir un ser superior para poder conseguir que, a pesar de ellos, llegue turismo británico a las Islas y en cantidad bastante apreciable, por cierto.

2. La World Travel Market de Londres es la primera feria turística del mundo, antes que Fitur en Madrid y la BTF en Berlín. Yo, antañazo, asistía a todas, porque me invitaban, pero ya no estoy de moda, así que nadie me invita y, si pudieran, me convertirían en estatua de sal, como a la mujer de Lot, Edith, a ella por curiosa y a mí por mosca cojonera. Gracias a una BTF pude pasar yo al Berlín oriental, aún con el muro, visitar el check point Charlie y comprobar la saña de los vopos, los vigilantes del muro, en el registro de nuestra guagua y en el examen minucioso de nuestros pasaportes; y comprobar la diferencia entre la libertad y el comunismo llevado a su exponente más sádico. Luego volví a Berlín, ya sin muro y con más alegría, y le recorrí todos sus aeropuertos, los del Oeste y los del Este, en busca de un pequeño avión que nos llevó a Praga.

3. En fin, que está todo el mundo en Londres, en la WTM, comiendo costillas en los steak houses y paseando por Picadilly Circus, como grandes personajes. Dietas municipales generosas, hoteles de cinco estrellas y panzas relucientes que volverán a lucir a la vuelta, con la camisa de dril.