1. La comunidad internacional debe tomar medidas urgentes contra el chavismo. Maduro y sus cómplices, sobre todo el inconsciente de Diosdado Cabello, han armado a gente que mata opositores. Es decir, son los organizadores de un caos perpetrado para favorecer a sus intereses. Es una forma insólita de gobernar un país: propiciando que maten a los miembros de la oposición. Luis Manuel Díaz recibió una ráfaga de disparos por parte de un comando chavista; dos balas le alcanzaron mortalmente, tiñendo de sangre la ropa de Lilian Tintori, la esposa de Leopoldo López, contra la que iban dirigidas las balas. A esto se le llama asesinato, no sólo por parte del que disparó, sino de quienes le entregaron el fusil automático. Maduro y Diosdado se han vuelto locos, con la complicidad de unas Fuerzas Armadas vendidas al chavismo, renunciando a su propia esencia democrática por dinero y por prebendas. Parece que no queda ni un militar honrado en el país que le diga a Maduro, refugiado en Fuerte Tiuna: “Esto se acabó”. ¿Qué está pasando en Venezuela, con las morgues llenas de cadáveres y los malandros chavistas ametrallando a las caravanas de la MUD?

2. El país se halla en la más absoluta ruina, el petróleo vive sus peores días, el Gobierno ha agotado sus reservas de dinero, los venezolanos carecen de los alimentos básicos, la policía mira para otra parte ante los crímenes, a la seis de la tarde no queda nadie en Caracas y todavía el bruto dice que todo son inventos de la oposición. ¿También los muertos son inventados? ¿También el tiroteo contra el adeco muerto, que él achaca a un enfrentamiento entre bandas? ¿También son falsas las denuncias de Lilian Tintori de que la quieren matar? ¿Y los disparos contra la caravana de Capriles y las de otros jóvenes líderes de la Mesa de la Unidad?

3. Los empresarios han huido y ya viven en Miami, o en Madrid, o en Nueva York, junto a los familiares de altos cargos militares, que también han sacado a sus mujeres y a sus hijos del país, por lo que pueda pasar. A Maduro y a Diosdado no les queda más que el exilio, antes de que les apliquen la justicia universal en cualquier descuido y los detengan. Mejor que tomen ese avión que espera en La Carlota, rumbo a Cuba.

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