superconfidencial

Una novela

1. Me dice una amiga que en el colegio donde trabaja los profesores hacen cábalas sobre mi estado de ánimo, de acuerdo con el tono de esta sección. Es muy difícil, al menos para mí, ocultar los sentimientos. Tengo una novela que bulle en mi cabeza desde hace algún tiempo, pero no sé cómo meterle el diente. ¿Saben por qué? Pues porque me he acostumbrado peligrosamente al relato corto y me da pereza ponerme con cien folios, que es el tamaño que quiero dar al relato. Me gustaría escribirla y presentarla a un premio, pero me da que la cosa me va a salir demasiado intimista, se me va a notar y puedo perjudicar a terceros, involucrados sin querer en el argumento. Es lo peor de los pueblos chicos, justamente que el infierno es grande. Si escribo ese relato, cuyas líneas esenciales tengo en la cabeza, la cago. Sólo sé el nombre de la protagonista: Caricia. Es un nombre real, naturalmente, que surgió de una enfermera que Loli y yo conocimos en Jerez, en un centro oncológico.

2. No doy más pistas de la trama, por si me animo, la escribo y la presento a un premio. Sería mi tercera novela, después de Los gallos de Achímpano y El dedo de Mustafá. Cuando escribí Los gallos de Achímpano, tomando el nombre -es Achípano, no Achímpano- de la finca que mi amigo Morel Rodríguez, exgobernador de Nueva Esparta, tiene en Isla Margarita, Morel se mosqueó porque disfracé su nombre con el de Florisel. “Ese es un nombre de marico, chico”, me dijo el gobernador, entre risas. Pero le encantó ser protagonista de una novela, que fue muy trabajada y que tiene un bonito final. Yo creo que está bien escrita y los lectores también porque ya no quedan ejemplares. Perdonen la inmodestia.

3. Esta nueva es una novela de amor, aunque casi todas las novelas tienen ese componente. Estoy deseando contar el argumento, pero esta vez me voy a aguantar un poco, por la cuenta que me trae. Tiene algo de tragedia de Eurípides, pero transformada en relato intimista moderno, como consecuencia de una muerte. ¿Autobiográfica? No, qué va, aunque todas las novelas tienen algo de autobiográficas. Al fin y al cabo, ¿qué vamos a contar sino lo que nos sucede?