Cuántas veces has tenido ganas de aplazar una obligación, de dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Es una tendencia de nuestro cerebro a escapar de las situaciones personales que entendemos que no nos producen placer. Efectivamente todos tenemos tareas y obligaciones que nos cuesta afrontar. El problema es que cuando dejas que estas situaciones te dobleguen y te ganen, comienzas a acostumbrarte, a acumular tareas. Para muchas personas te vuelves perezoso y comienzas a construir tu propia montaña de situaciones postergadas porque has procrastinado.
Cuando hablamos de procrastinación nos referimos a un problema del comportamiento que, en mayor o menor medida, nos afecta a todos y que consiste en postergar de forma sistemática las tareas que debemos hacer, tareas importantes para nuestro desarrollo y que son reemplazadas por otras más irrelevantes pero más placenteras de llevar a cabo.
Este fenómeno resulta difícil de analizar debido a que es muy complejo de identificar y clasificar, además del grado de dificultad que supone el poder analizar y verificar su origen. Es cierto que, en la gran mayoría de las ocasiones, no somos conscientes de que procrastinamos y de cómo este tipo de comportamiento nos afecta negativamente, no sólo en nuestra productividad, lo que afecta a nuestra autoconfianza y autoeficacia, sino que va más allá. Y es que este complejo fenómeno de aplazarlo todo nos baja la autoestima afectando a nuestra valoración personal. Esas tareas que dejas pendientes, que jamás realizamos, que nuestra mente nos dice que aplacemos y este aplazamiento nos centra en afrontar únicamente esas situaciones que creo que controlo y puedo, es decir, lo sencillo que aporta placer inmediato, actúan sobre nuestra actitud ante las cosas y nos convierten en personas que evitamos constantemente las situaciones que entendemos que no nos producen bienestar.
Para dejar de postergar y no procrastinar debes, en primer lugar, reconocerlo, asumiendo que ciertamente mi vida es como un baúl lleno de tareas sin resolver y que, aunque las ignore, jamás desaparecerán. Más bien generarán una bola cada vez más grande de tareas que hará que mi malestar aumente exponencialmente en mi vida. Esto genera un cóctel de emociones negativas, siendo la culpa la que domina sobre el resto.
Por esa razón debes de ponerte manos a la obra: no pienses, sólo siente y actúa sobre el presente. Así comprobarás que no era tan difícil y cuando concluyas la tarea te inundarán las emociones positivas, potenciando tu autoeficacia y tu felicidad.
*Psicólogo y miembro de la Sociedad Española de Psicología Positiva
@jriveroperez