a contracorriente

Pujol y las farmacias – Por Enrique Arias Vega

Con el dinero acumulado clandestinamente por la familia Pujol Ferrusola podrían pagarse todos los atrasos a las farmacias de Cataluña. Es más: podrían solventarse también muchos de los recortes efectuados estos años por la Generalitat en la sanidad pública. Decir eso no es, lamentablemente, ninguna demagogia. Los dineros amasados -y ocultados- al amparo de la política por una familia que no ha levantado empresas, ni creado puestos de trabajo ni producido bienes materiales ni inmateriales resulta sintomática del expolio practicado por unas élites sociales. Y el que, además, muchos no quieran criticarlo, so pretexto de que ello encubriría un ataque a Cataluña, refleja la perversión moral instalada en gran parte de nuestra sociedad. A lo mejor, esto último se debe a las distintas varas de medir la conducta de unos y otros.

Lo que para algunos es ejercer “el derecho a la libertad de expresión” al exhibir banderas esteladas, se convierte en “provocación españolista” cuando lo que se ondea son enseñas nacionales.

Es que la demagogia está sustituyendo a la argumentación y al juicio ponderado. Todo vale hoy día en la acción política, incluso formulaciones que suenan bien antes de analizar su trasfondo. Por ejemplo, la propuesta de Izquierda Unida de que los sueldos máximos en una empresa no superen diez veces los salarios mínimos. ¿Sería aplicable, por ejemplo, a los ingresos de Messi respecto a los de un utillero del mismo Barça? ¿Y qué decir del plan de Pablo Iglesias de hacer ministro de Defensa a un teniente general? ¿Supone esto un avance tras haber logrado la democracia alejar a los militares de la acción política?

Vivimos, por consiguiente, un momento en el que la irracionalidad va ganando por goleada al simple sentido común.