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“Ser un inmigrante no ha sido obstáculo para abrir mi propio negocio de tatuajes”

El tatuador Charles Gámez, en su estudio de la capital tinerfeña. / DA
El tatuador Charles Gámez, en su estudio de la capital tinerfeña. / DA

Ser inmigrante en tiempos de crisis es un hándicap al que se enfrentan muchos extranjeros que llegan a Canarias en busca de una vida mejor. La alta tasa de paro, unida a la recesión económica, son condicionantes que frustran, en la mayoría de los casos, los intentos por conseguir un empleo digno con el que poder cumplir un sueño. Una situación que a veces llega a ser frustrante y que conoce muy bien Charles Gámez Banegas, un joven tatuador boliviano que en 2008 decidió recalar en Tenerife, confiando en que su experiencia en dibujar la piel le ayudaría a labrarse un mejor camino. No obstante, los trabajos que encontró durante todo este tiempo ni estaban bien retribuidos ni las condiciones que le ofrecían eran las adecuadas, por lo que comenzó a ahorrar con la intención, algún día, de convertirse en su propio jefe. El pasado septiembre, y gracias al asesoramiento que recibió por parte de Fifede pudo abrir su propio estudio profesional bajo el nombre de Clandestino Tattoo.

La Fundación Insular para la Formación, el Empleo y el Desarrollo Empresarial, Fifede, organismo dependiente del Cabildo, puso en marcha hace cuatro años el Plan de Acción por el Empleo, además del Plan de Emprendimiento, un programa cuyo objetivo es fomentar la emprendeduría a través del asesoramiento, la orientación y la formación. En este sentido, el consejero insular de empleo, Comercio, Industria y Desarrollo Económico, Efraín Medina, recuerda que “se trata de una oficina insular que ofrece de manera gratuita ayuda en la gestión para que cualquier persona residente en Tenerife decida transformar una iniciativa empresarial en su medio de vida”. Charles Gámez así lo hizo, y ahora su centro de tatuajes, de la santacrucera calle Mencey Ventor nº18 del barrio de La Salud, es una realidad.

Trayectoria

Charles comenzó en el mundo del tatuaje desde muy temprana edad, pues con 13 años se unió a otro tatuador de su país que le fue guiando en el arte del dibujo corporal. No obstante, la propia experiencia -tanto en su piel como en la de otros- fue la que le llevó a aprender de manera autodidacta toda la destreza necesaria a la hora de saber manejar las agujas y los tintes que dan forma a sus originales obras. “Cuando llegué a España empecé a trabajar en estudios de tatuaje de la Península. Primero en Albacete, luego Murcia, Gandía, Valencia, Barcelona y, finalmente, Madrid; pues en esta profesión si eres bueno siempre encuentras empleo. No obstante, el sueldo no era mucho y en mi caso nunca terminaba por adaptarme a cada ciudad, por lo que en 2008 decidí venir a Tenerife, donde he conseguido formar una familia junto a mi mujer, mi hija pequeña y un nuevo bebé que está en camino”, comenta feliz.

El artista asegura que “desde que llegué a este país tenía la ilusión de abrir mi propio negocio y comprarme una moto exclusiva y, ahora puedo afirmar que he hecho realidad mis dos sueños”. “No ha sido fácil, pues he tenido que luchar muchísimo para conseguir la tarjeta de residencia. Pero ahora que la tengo, la única condición es que el próximo enero, cuando vaya a renovarla, debo presentar un contrato de trabajo. Algo que, en parte, ha influido en que tomara la decisión de convertirme en empresario”, añade.

Hasta ese momento, Charles había trabajado en su casa y en varios estudios de tattoo de la Isla, pero cada vez que optaba a mejorar el empleo se encontraba con ofertas irrisorias, en las que le ofrecían menos sueldo o lo obligaban a hacerse autónomo, además de tener que aportar de su bolsillo el material para su trabajo. “Esta situación no me compensaba, por lo que pensé que si tenía que darme de alta en la Seguridad Social para optar a un empleo lo haría pero para mí, no para otros. Es un paso que implica mayor responsabilidad, pero al fin y al cabo si fracaso habrá sido por algo mío”, subraya.

Inversión

Gracias a esta ilusión, el tatuador apunta que la mayor parte del mobiliario y herramientas para desempeñar su trabajo las tenía guardadas esperando a que llegara el día en que se convertiría en su propio jefe. Por ello, no necesitó de mucha inversión para abrir su negocio, solo encontrar el local adecuado para dar el paso y abrir las puertas de Clandestino Tattoo. “Ahora soy autónomo, pago mis impuestos y trabajo para mí. Estoy ilusionado y, además, todo es legal. Un sueño hecho realidad en el que el hecho de ser inmigrante no ha sido obstáculo para abrir mi empresa, pues con el asesoramiento que recibí en el Cabildo he dado todos los pasos necesarios”, asevera.

Charles, experto en el tatuaje tradicional japonés, confía en que su recién inaugurado estudio comience pronto a dar frutos, pues es consciente de que es poco conocido en la zona y de que su negocio se mantiene gracias a su cartera de clientes. “Si comienza a ir mejor la actividad, que así espero, me gustaría contratar a alguna persona para que me ayudara en el local, aunque de momento voy paso a paso. Lo que ahora gano me da para pagar el alquiler y reponer los materiales que empleo, desde agujas desechables a tintas homologadas o filme transparente con el que se envuelve la zona tras cada tatuaje; la normativa sanitaria es muy estricta al respecto”.

Manifiesta que “cada vez que viene alguien al estudio para hacerse un tatuaje por vez primera siempre me gusta asesorarlo previamente sobre la idea inicial que trae en mente o la zona que quiere dibujarse, pues al fin y al cabo es tinta que se inyecta en la piel y, aparte de que duele, puede ser un paso del que termines arrepentido. Un tatuaje es para siempre”. Anima a todo aquel que tenga un sueño a que lo cumpla y que emprenda como ha sido su caso. “Si una persona tiene posibilidades económicas y, además, recibe un correcto asesoramiento para abrir su negocio, que no se lo piense más, pues aparte de trabajar en lo que te gusta, contribuyes a activar la economía de la Isla”, concluye.