El dardo

Violencia en Venezuela

A una semana de las elecciones de Venezuela y con los antichavistas más cerca del poder que nunca, la violencia y el miedo cercan a una oposición dividida, impotente e incapaz de afrontar la guerra sucia del oficialismo. Bandas organizadas y armadas desde el Gobierno siguen haciendo acto de presencia en mítines y concentraciones de la Mesa de la Unidad Democrática, que agrupa a la inmensa mayoría de los partidos políticos opuestos a la revolución bolivariana. Esta misma semana se han producido varios casos de acoso y hostigamiento de líderes opositores además del asesinato a tiros del líder sindical y dirigente de Acción Democrática Luis Manuel Díaz, desertor de las filas del chavismo, quien asistía a un mitin de Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, el encarcelado dirigente opositor tras el juicio-farsa reconocido como tal por el propio fiscal que intervino en él. Maduro, Cabello y la dirigencia oficialista hace ocurrencias incluso con la muerte del opositor y, en el colmo del cinismo y de una concepción rastrera de la moral y la ética, la atribuye a montajes o a lucha de bandas organizadas. La reacción de la comunidad internacional -con la OEA, Unasur y las organizaciones de derechos humanos a la cabeza- ha sido de condena explícita de la dictadura chavista, empeñada en ganar la selecciones del día 6 “a cualquier precio”, según repiten Maduro y sus lacayos, aunque algunos sospechan que tratan de retrasarlas o boicotearlas. Los gobiernos populistas de Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba siguen apoyando a Maduro, que, con el cambio electoral en la presidencia, ha perdido un aliado incondicional. Macri ha condenado ya al chavismo, sus “prácticas antidemocráticas y su persecución a los opositores”.

Con las encuestas en contra -entre un 20 y un 25% por debajo de la oposición en intención de voto-, los dirigentes venezolanos se esfuerzan en meter miedo a sus adversarios -Capriles y Tintori han declarado que temen por su vida- y en entregar regalos y hacer promesas imposibles de cumplir sobre la inflación
-la más alta del mundo: este año superará el 95%- y la mejora y ampliación de medidas sociales, mientras el pueblo llano sigue empobrecido y con graves problemas de suministro de medicamentos y productos básicos de alimentación e higiene.