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Amnistía

1. A Maduro no le queda otra que amnistiar a los 70 presos políticos que tiene atrapados en sus cárceles. Antes de que se lo exija la nueva Asamblea debería hacerlo y así se apunta el tanto. Los chavistas han quedado en ridículo y están desaprovechando una oportunidad histórica para mitigar su ocaso. Una amnistía ya y el ofrecimiento a la oposición de trabajar para salvar a Venezuela. Una batida en las calles, llenar las cárceles, sí, pero de delincuentes comunes, menor presión a la oposición, desarticulación y desarme de las bandas violentas con camisa roja, reducción del gasto público, reconocimiento de la oposición como alternativa de Gobierno y, en última instancia, una honrosa dimisión de Maduro, al no verse capacitado para gobernar: ni tiene cultura, ni tiene sentido común, ni puede evitar que sobre él caigan muchas sospechas, entre ellas las andanzas de sus sobrinitos -bueno, los de su mujer- narcotraficantes, que cumplen prisión preventiva en una cárcel de Nueva York.

2. Venezuela entra en una etapa apasionante de destrucción del entramado chavista y del nacimiento de un new deal. Fabricar un líder no es fácil, pero hay madera. Lo que espera Maduro es que la MUD se pelee, que se haga trizas, y entonces él sacar rédito de una situación de ruptura. No lo permitan. Ahora que Venezuela ha entrado en el buen camino no cometan disparates porque el logro ha sido histórico. He visto las reacciones de la gente y, de verdad, me han emocionado. El pueblo se merecía la victoria que esa gente ha conseguido.

3. Esos ciento y pico diputados -curules- dan al país nuevas garantías. Es preciso recuperar las garantías jurídicas, que el poder judicial sea garante de la legalidad y no de las fechorías del Gobierno, que la separación de poderes, en la que tanto énfasis puso en su tiempo Montesquieu, se cumpla a rajatabla. Que los jueces y fiscales sean independientes. Que la policía esté al servicio del pueblo y limpie Venezuela de delincuentes comunes que ponen en peligro la vida de sus habitantes. Que las Fuerzas Armadas sean garantes de la democracia -que parece que sí, menos mal-. Todo esto, y mucho más, tiene que ocurrir en Venezuela. Que no es poco.