el charco hondo

Anoche

Desayunaba Irene Bleuvenne en el jardín de su casa, en París, cuando a su hijo, que untaba con dificultad la mantequilla, se le rompió el pan tostado. La viuda de Bleuvenne, sin duda una de los personajes más inquietantes de Braquo, aprovechó para aleccionar a su único descendiente. Mirándolo con dureza, colocó una tostada debajo de otra. Untó la de encima, logrando que sólo la de debajo se rompiera con la presión del cuchillo. Al untar la mantequilla, le dijo, para salvar una tostada hay que sacrificar otra. Anoche, hace apenas unas horas, se confirmó que, políticamente, para salvar una tostada hay que sacrificar la de debajo. En Canarias, sin ir más lejos. Las urnas han certificado que la consagración de eso que llaman entendimiento Canarias-Estado tenía un precio: salvar la tostada de José Manuel Soria conllevaba minar las opciones electorales de Coalición, que aceptó el papel de tostada de abajo al morder la manzana que ofreció el ministro. Los resultados demuestran que el buen rollito resucitaría a Soria dejando a CC las espinas. Oramas mantiene su escaño, pero por detrás -y mucho- de los emergentes. En las Islas los socialistas se mantienen en pie. Ciudadanos o Podemos acampan en las urnas locales, y en CC -quintos, con un retroceso de vértigo- se preguntan cómo afrontar esto de no ser agua, fresa, berenjena o naranja. España ha abierto una frutería en la que Coalición no tiene escaparate; están necesitando otro relato, otras estrategias, otras banderas. En España acaba un ciclo, empieza otro, y arranca oliendo a ingobernabilidad. Sin descartar elecciones en primavera, todo está por saber. Hoy, a estas horas, empieza todo. Después de meses en la carretera, hemos amanecido en el kilómetro cero de una legislatura que se las tendrá que ver con unos equilibrios envenenados. Anoche se confirmó, entre otras cosas, que en política para salvar la tostada de arriba hay que sacrificar a la de debajo.