tribuna

Antonio González Suárez

Cien años en la vida de una persona. El acuarelista que llenó una época en la vida cultural de Canarias. Precisamente en estos días su hija, la profesora universitaria Carmen González Cossío, lo ha recordado. Paisajista que gozaba efectuando la visión apasionada de los espacios abiertos, calles, rincones, en el silencio y la tranquilidad hasta llegar a sus grandes obras. En su paleta predominaban las gamas grises con sus varias tonalidades que contrastaba con la utilización de toques de luces adecuadas, técnicamente bien trabajadas.

Pintor que, aunque su obra siempre hablará de él, es bueno recordar, con el respeto y homenaje correspondiente.

Nace en El Paso, La Palma, el 27 de abril de 1915, en un pueblo donde la naturaleza siempre le fue pródiga, rodeado de bosques de almendros, paisajes muy propios para un hombre sensible como lo era él. Pronto se traslada con su familia a Tenerife, que le abriría las puertas para sus inquietudes. Se matricula en la Escuela Superior de Bellas Artes, de la que llegaría a ser profesor. Amplia es su vida de exposiciones. Su arte se comienza a conocer primero en la isla, luego daría el salto a Madrid, al Museo de Bellas Artes. Las siguientes muestras serían en Las Palmas, Santa Cruz de La Palma y Tenerife. El espíritu viajero le lleva a visitar, en 1954, Inglaterra y Noruega, donde los cielos grises de este país nórdico llenaron una época de sus acuarelas. Discípulo de Mariano de Cossío, contrae matrimonio con una de sus hijas, y colabora en los grandes murales de la iglesia de Santo Domingo de La Laguna, según consta en uno de los laterales de esta gran obra. En mi época de estudiante en la Facultad de Derecho, recuerdo ver pasar a este emblemático artista por las calles laguneras siempre en bicicleta. Poseía una personalidad arrolladora. Con su obra se ha convertido en uno de los grandes de la pintura canaria.

Su hija Carmen González Cossío, manifiesta que su padre: “Poseía una forma nueva de interpretar y de ver el paisaje”. Se entusiasmó con la Vega lagunera, con sus montes y barranquillos, y le aplicaba los colores en su justa medida, vistiendo la obra de emoción y de innato sentido de equilibrio resuelto con buena técnica. Dejó constancia de su gozo por aquello que quería hacer y por sus propias satisfacciones. Entre sus premios y distinciones, la Primera Medalla de la Agrupación de Acuarelistas Españoles en Barcelona (1.954 ) y en Madrid (1956 ). Premio de Acuarela Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en (1960 ). Primera Medalla de la Agrupación de Acuarelistas Canarios, a título póstumo, en (1976 ). Fallece en La Laguna el 11 de junio de 1975.