eL CHARCO HONDO

Boyas

Encargadas de detectar la altura y dirección de las olas, las boyas oceanográficas son imprescindibles para realizar predicciones sobre el comportamiento del mar. A Coalición las boyas le han fallado o, peor aún, no han sabido o querido procesar los datos que éstas transmitían. Nada dijeron sus boyas de la ola de los emergentes, de los nuevos. Acertaron en que no tocaba ola socialista o popular, pero reducir el análisis a las mareas del bipartidismo evidencia que manejaron mapas desfasados. El oleaje los ha cogido por sorpresa. Tampoco avisaron las boyas de que la ola del cambio generacional (que sacude a la España que no vota PP) los golpearía por babor y estribor. Una ola, esta última, a la que Coalición ha contribuido: la espina dorsal de su relato -de 2014 a esta parte- ha sido la inaplazable oportunidad de apostar por la renovación, por nuevos. Hilo conductor, el de la conveniencia de cambiar las caras que, alimentado por la propia CC, fortalece a Clavijo debilitando a Oramas: el relato que llena de oxigeno al presidente ha dejado sin aire a la candidata. No es ésta la única ola que distancia el interés táctico de uno y otra. El buen rollismo que estos meses ha mantenido al presidente entre algodones -permitiéndole un aterrizaje dulce- ha fortalecido a Clavijo debilitando -otra vez- a Oramas, que llegó a las elecciones con el discurso nacionalista diluido cual azúcar -demasiado azúcar- en el café que inteligentemente les sirvió José Manuel Soria. Olas no detectadas, boyas que no han funcionado o que no se ha sabido, querido -o interesado- interpretar correctamente. Hay más. Si, como cuentan los sondeos, el partido que preside Canarias acaba quinto en las generales, las boyas no tardarán en informar de la siguiente tormenta que enfrentarán en CC: si el electorado de las Islas se acostumbra a las papeletas de Ciudadanos y Podemos, la hegemonía de Coalición podría dar paso a un escenario en el que pasen a ser un partido más, uno entre cinco.