SUPERCONFIDENCIAL

La campaña

1. La campaña se recrudece. El CIS ha dicho que Ana Oramas, que en los carteles parece que tiene 20 años, saldrá elegida. Fernando Clavijo también lo cree. Rajoy ha dicho que un pacto Ciudadanos-PSOE-Podemos contra él sería “muy fuerte”. Pero sus bases no dejarían a Albert Rivera pactar con Podemos, porque las bases de Ciudadanos son de derechas y jóvenes. Y el Coletas representa la extrema izquierda. Que no se haga el valiente Rivera porque puede salir mal parado. A mí Albert Rivera, qué quieren que les diga, me parece un niñato. Me tendrá que demostrar que no lo es, si quiere. Si no que se vaya a hacer puñetas. Pero, de momento, lo que dice no me convence lo más mínimo. Yo voy a votar por Rajoy y que no sirva de precedente. Dicen que la presidenta podría ser Soraya Sáenz de Santamaría, porque Rajoy se retiraría al Consejo de Estado tras los comicios. A lo mejor eso contribuiría a que Ciudadanos se acercara.

2. Cada día que pasa, las elecciones se vuelven más virulentas. El Coletas, que no da la talla, no pasa del 9%, según los sondeos: está en caída libre. La gente tiene miedo de esas aventuras izquierdosas sin sentido. Sánchez ya no sabe cómo contradecirse. El pobre ha recurrido a todas las teorías, aunque fueran contradictorias, para convencer a sus leales. Influenciado por las destemplanzas del inefable López Aguilar, ha apelado al laicismo, sin darse cuenta de que España es un país católico. No va a ganar las elecciones eliminando la religión en el colegio y quitando los crucifijos. No sean idiotas, así no.

3. El más serio es Rajoy y la más seria es la oferta del PP. Hombre, claro que ha metido la pata, ¿y quién no? Pero Rajoy y los suyos, engañándonos, que nos engañaron, pusieron las bases para que los ciudadanos, la puta clase media sobre todo, sacara a España del pozo. Porque los ricos siempre serán ricos; aquí las oscilaciones políticas y todo lo demás los pagan siempre los de la clase media, los sufridores. Y un poquito los funcionarios, por primera vez. Los asalariados ganan lo mismo y los pequeños empresarios son ya más pobres que los asalariados. Estos entran en la categoría de los que no duermen, lo mismo que los autónomos. Ley de vida.