tribuna villera

Canarias en el mundo

Muy acertada nos pareció la crónica del periodista Francisco G. Basterra aparecida en la página internacional de El País, a la hora de señalar el asombro que le estaba produciendo la ausencia de las relaciones exteriores de España en el debate que mantenían los candidatos presidenciales a las elecciones del 20 D. Se preguntaba si a los responsables gobernantes no les quedaba grande el mundo. Quizás por ello el repliegue internacional le resultó alarmante y llegué a pensar en “el ombligo del mundo” de los españolitos, como el de los incas con el Cusco o los rapanuis con la isla de Pascua. De verdad que me llamó la atención el interés del periodista por la proyección exterior de lo español, en el Mediterráneo y en Latinoamérica, y eso que no quedaba muy lejana la fecha de la implementación de la marca España. Además de ser pública y notoria la vocación internacional del país hispano a lo largo de la historia mundial.

Entonces comencé a rebobinar mi disco duro, en lo que a Canarias se refiere en materia internacional, y me remonté al mundo clásico cuando Ptolomeo de Alejandría marcó geográficamente la punta de Orchilla de la isla de El Hierro como el meridiano cero de la navegación mundial. Igualmente al papel desempeñado por la isla de La Gomera en el encuentro de Cristóbal Colón con el mundo americano. Asimismo el interés de Canarias por Venezuela cuando la época de Francisco de Miranda, hijo de canario, y de Alejandro de Humboldt, pionero de la literatura de viajes, a finales del siglo XVIII, así como por Cuba posteriormente cuando José Martí nace de la canaria Leonor Pérez. No menos importante en el aspecto técnico fue la presencia de otro canario universal en la Rusia decimonónica, del ingeniero Agustín de Betancourt en la corte de los zares. Luego, en la primera mitad del siglo XX, Canarias se hace más universal por la presencia de la británica Agatha Christie y de la cubana Dulce María Loynaz, quienes adornaron de literatura el Puerto de la Cruz para promocionarlo como ciudad del turismo. Todas estas consideraciones las hago al margen de la creación del IAC con los observatorios del Teide y del Roque de Los Muchachos, y de la inclusión de Garajonay, de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, del Teide y del silbo gomero entre los bienes naturales y culturales del Patrimonio Mundial. Ello nos conduce a pensar en clave de internacionalización. Quizás no fue descabellada la idea del Gobierno autónomo de Canarias, en 1993, de crear la Viceconsejería de Relaciones Institucionales tras la aprobación de la Ley de las entidades canarias en el exterior, repartidas por el mundo.