eL CHARCO HONDO

Cheryshev

Rajoy perdió el debate del lunes por alineación indebida. Con Cheryshev sobre el césped o con Sáenz de Santamaría en el plató, Real Madrid y PP perdieron el partido antes de jugarlo. A ambos la acumulación de sanciones les ha pasado factura. Al Real Madrid puede costarle la temporada, al PP que pierdan otro buen puñado de escaños. Si Rajoy no da la cara, ¿por qué voy a darla yo por él en las urnas?, se estarán preguntando cientos de miles de indecisos de centro-derecha. Instalado hace años en la negación de la realidad, el PP reincide escondiendo a Rajoy en su espacio de confort (plasma y bipartidismo). Inútil intento el suyo, negando un cambio de ciclo -la política a cuatro- que, con o sin él, ya es realidad. España abrió el lunes una nueva etapa. Si González, Aznar, Zapatero y Rajoy siguieron el acontecimiento desde casa; con ese cuadro, ¿qué estrategas de qué partido han abonado la percepción de que su candidato se suma a la nómina de los ex presidentes? También Sánchez perdió el debate por alineación indebida. Suya es la responsabilidad de la ausencia de Rajoy. Negándose Sánchez al cara a cara del bipartidismo, el candidato del PP habría acudido al debate de Atresmedia (a tres y medio, cabría decir). La presencia de Rajoy habría rejuvenecido a Sánchez, que por culpas propias no es ni lo nuevo, ni lo viejo, ni todo lo contrario. Iglesias no estuvo bien, pero sí efectivo; dos veces subió a puerta, dos goles; su no olviden fue la idea-fuerza más certera de la noche. A Rivera, flojo, lo salvó la ausencia de Rajoy; quien juega a ser el Adolfo Suárez de la segunda transición se quedó solo atendiendo a los indecisos de la orilla derecha. Un formato que se acerca a lo que debe ser, y unos periodistas que preguntan sin complejos, abrió el cambio de ciclo que la ausencia de Rajoy ha acelerado -ganará, pero su debilidad parlamentaria será mayor-. Confirmado que el mapa político ya es otro, el debate Rajoy-Sánchez recordará a un capítulo de la serie Cuéntame.