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“Con la toga puesta no hay casta”

Foto ANDRÉS GUTIÉRREZ
Foto ANDRÉS GUTIÉRREZ

Por VERÓNICA MARTÍN

Marlene Martín es una mujer con personalidad. Es fuerte y decidida y no tiene miedo a afrontar retos aunque no logre sus objetivos. Es abogada y tiene muy claro que la función de su colectivo en la sociedad está del lado de sus clientes: de los que necesitan el apoyo legal. Recientemente se presentó candidata a decana al Colegio Oficial de Abogados de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Aunque no ganó, asegura que ha sido una de las mejores experiencias de su vida. También fue concejal y miembro del Consejo de Administración de un club de baloncesto… es difícil encontrar más en una vida profesional.

-¿Por qué es usted abogada?

“No fue nada vocacional. De pequeña quería ser maestra de escuela… a finales de los 80, justo en plena crisis, mi padre me dice que podría ser maestra, pero de Derecho, que tenía más salidas…”.

-¡Le hizo caso! ¿No fue nada rebelde?

“En este caso no… Seguí el consejo de mi padre, aunque no me lo había planteado nunca antes”.

-Entonces, estudió la carrera de Derecho y ¿qué encontró a la salida?

“Me vi con un título y sin nada más. En mi familia no había abogados… La sensación de tener el título bajo el brazo y no saber qué hacer fue de pánico. Es entonces cuando una amiga me comenta que hay un abogado buscando un ayudante y empecé a trabajar de pasante con mi maestro: José de la Paz Pérez”.

-Y… ¿cuándo da el salto a su propio bufete?

“El salto lo di cuando quise ser madre. A los 26 años me planteé que la única manera de ser madre y abogada era tener un despacho propio”.

-¿Eso se llama conciliar?

“Bueno… se llama dejar una seguridad y meterte en un despacho propio donde no sabes qué vas a conseguir…”.

-Nunca más dejó de tener su despacho… así que no ha ido tan mal…

“Bueno… en este camino he sido malísima madre, malísima abogada…” [Se ríe].

-Esa sensación de culpa que describe la conocemos muchas mujeres trabajadoras, ¿por qué?

“Es una sensación que nos acompaña a todas por algo educacional. Nuestras madres y abuelas lo que hacían era cuidar niños y hacer las cosas de la casa, aunque en mi casa mi madre trabajaba… es un tema que nos han ido inyectando en la genética educacional y por eso tenemos esos sentimientos de culpa que no nos permiten disfrutar de lo que hacemos en cada momento. Siempre miramos el reloj… si sales una noche un sábado, luego sientes mucha culpabilidad porque al día siguiente tienes que ir al parque a llevar a la niña… esas son las sensaciones que hace que no disfrutemos de las cosas…”.

-¿Su hija tiene esa sensación de que usted no ha estado al 100%? ¿Lo ha hablado con ella?

“Lo hemos hablado mucho. Ella tiene 20 años y dice que no se sintió abandonada jamás sino que, en algunos momentos, simplemente me echaba de menos. Me explica que ella estaba feliz de que yo hiciera lo que quisiera hacer. También tengo que decir que compartí con ella muchos plenos de ayuntamiento, horas de despacho, partidos de baloncesto… y ha pasado muchas de sus vacaciones en los pasillos de los juzgados… Pero aún así, dice tener un buen recuerdo de todo ello”.

-¡Plenos! Fue usted concejal socialista en el Ayuntamiento de La Laguna. ¿Cuándo y por qué entra la política en su vida?

“La política entra en mi vida en el año 1999 por herencia de mi padre, que siempre militó en el PSOE. Yo nunca estuve en cargo orgánico en el partido, pero como yo representaba a una mujer joven profesional e independiente, me propusieron que formara parte del proyecto en el puesto número siete y salí concejal. Aunque mi padre me afilió desde siempre al PSOE, la realidad es que hasta ese momento el partido no formaba parte de mi vida y, después, tampoco lo ha formado”.

-¿Cómo fue la experiencia?

“Fue buena en el plano de crecimiento y de conocimiento de la política…”.

-Esa es la típica respuesta que lleva aparejado un pero… ¿por eso estuvo solo cuatro años?

“Sí… es muy difícil avanzar en política cuando el poder lo tienen los hombres”.

-Eso era antes de la era Zapatero, que no había paridad…

“En aquella época los hombres jóvenes venían con mucha fuerza y como estrategas políticos daban muchos codazos. Yo era libre y al no depender de mantenerme en un cargo para sobrevivir… me permitía decir lo que pensaba y eso crea conflictos”.

-¿Sigue con la vinculación al PSOE?

“Nunca tuve una vinculación ni participé en el partido y después de ser concejal, tampoco. Después de la faceta política se abrieron otras puertas en mi vida: se me presentó la oportunidad de ser miembro del Consejo de Administración del Tenerife Baloncesto, que en aquella época jugaba en la ACB, y a la vez se me abrió la puerta al Colegio de Abogados para empezar la campaña electoral con Víctor Medina Fernández Aceytuno…”.

-Con respecto al ya famoso término de casta, ¿es el mundo del Derecho uno de los más clasistas?

“Con la toga puesta no hay casta. La experiencia que yo he tenido es que cuando vales, vales. No todos los que se colegian son buenos abogados y en ese momento, da igual de quién seas hijo…”.

-¿Por qué decidió entrar a formar parte del negocio del baloncesto?

“Realmente, fue un tema de curiosidad jurídica: me interesaba aprender todo sobre contratos de imagen y sobre el funcionamiento de un Consejo de Administración”.

-¿Es muy diferente al de una empresa?

“Es muy diferente porque el deporte tiene que ver mucho con las subvenciones y eso lleva a otro tipo de relaciones…”.

-En el Colegio de Abogados también ganaron las elecciones en 2005…

“Sí y se me adjudicó el área que nadie quería: coordinar el Turno de Oficio”.

-¿No era la peor parte?

“Es la más bonita del colegio porque es la esencia de la justicia para todos: resolver los problemas que tienen las personas. Con esto recibes un baño de realidad importantísimo. Entre los logros más importantes de esa época estuvo que, en 2007, conseguimos financiación para establecer el turno a víctimas de violencia de género”.

-El turno de oficio siempre tuvo mala fama… daba la sensación de que si no se tiene dinero, no se tiene derecho a acceder a la justicia… ¿cambió eso?

“Esta imagen es quizá algo heredada porque desde el 97 se dicta una orden en la que se obliga a los letrados que quieran entrar en el Turno de Oficio a tener tres años de práctica. Con esto, la imagen del abogado joven queda anulada porque se le exige formación. Otra cosa muy importante es que el turno es voluntario y el que se apunta a esta lista es porque, además de tener una gran solidaridad con la sociedad, procura formarse y reciclarse todos los días exactamente igual que un abogado privado. De hecho, cada día hay menos queja de los abogados de oficio”.

-¿Por qué cree que se mantiene esa sensación de que la justicia está alejada de los ciudadanos?

“El problema no es la justicia… sino los gobiernos que no apuestan por modernizar la justicia. Es una elección del Gobierno cuando se prefiere hacer kilómetros de AVE a mejorar un servicio esencial a la sociedad. La justicia no es el problema: es la solución para todo”.

-¿Esa separación de poderes es irreal?

“Se habla del poder legislativo, pero quien legisla es el Gobierno. En las grandes estancias el poder está designado por el Ejecutivo y eso genera problemas… por ejemplo, en las sentencias sobre las cláusulas suelo, el poder judicial se puso al lado del poder económico… porque el Tribunal Supremo establece jurisprudencia y puede valorar todos estos temas”.

-¿Eso se puede cambiar?

“Indudablemente. Yo siempre digo que los abogados hacen jurisprudencia. Por ejemplo, los casos que han llegado a Europa con respecto a las cláusulas suelo fueron dirigidos por un letrado adscrito al turno de oficio. Lo bueno de los abogados es que somos capaces de seguir peleando ante cualquier causa, pues siempre encontraremos una grieta donde meter la cabeza y solucionar un problema. Somos un colectivo muy necesario y se debe concienciar más de la importancia de esta profesión y no dejarnos aconsejar por lo que nos digan en un bar o en un taxi… solo haciendo una consulta a un profesional te ahorras muchos problemas”.

-¿Por qué decidió presentarse a decana del Colegio de Abogados?

“Fue una decisión difícil de ejecutar, aunque la tenía tenía tomada hace meses cuando Víctor Medina decide no presentarse. Me sentí libre pero, al mismo tiempo, comprometida con los compañeros de la junta… al ver cómo se iban formando las otras candidaturas, me di cuenta de que solo hay una mujer menor de 40 en ellas y decidí embarcar a los jóvenes en una candidatura diferente”.

-¿Qué sintió cuando todo acabó?

“Como experiencia ha sido algo irrepetible, y por supuesto, muy positivo… Los compañeros han tenido en cuenta mi independencia y mi compromiso en los valores que siempre he defendido. Siempre agradeceré a cualquier compañero que quiera servir a lo público. En cuanto a los resultados, el resto de candidatos llevaba en campaña casi un año, mientras que en solo un mes y medio fuimos capaces de sumar el 22,13% de los votos. Se ha demostrado que un grupo pequeño puede resquebrajar cualquier estudio estadístico en las elecciones”.

-¿Volverá a presentarse?

“Si dentro de cinco años vuelvo a tener ganas, lo repito, pero… no lo sé, porque con otro lustro encima, no sé qué será de mí, ni mis inquietudes en ese futuro o incierto momento”.

-¿Qué hay que cambiar en el Colegio?

“Creo que el Colegio tiene que ser un centro de servicios para los abogados y un creador de recursos. Debe haber una buena gestión que ahorre trámites burocráticos y debe estar al lado de la parte humana de ese abogado… no mirarlo solo con el número de colegiado, y además debe convertirse en transformador de la realidad social que vivimos. Creo que el Colegio debe liderar proyectos más progresistas a nivel legislativo”.

-¿Como cuáles?

“Los temas relativos a la violencia de género”.

-¿Qué está pasando que fallecen mujeres que han presentado denuncias y no están suficientemente protegidas?

“La realidad es que en el año 2004 aparece la Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género y en abril de 2015 se publica la Ley del Estatuto de la Víctima… ahí se amplían más derechos. Todo eso está bien, pero… ¿por qué no cogemos la bandera de la defensa de la mujer no solo en la violencia de género sino en toda la sociedad?”.

-¿A qué se refiere?

“La violencia tiene que ver con el lenguaje al que nos referimos… con los salarios más bajos… la violencia contra la mujer está en todos lados. Ahora en las elecciones hubo compañeros que me decían ‘te voy a votar por guapa’ y eso me molesta porque supone un gran retroceso. Hay que hablar del feminicidio en todos los sentidos”.