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El despertar de la Fuerza

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Por Pablo R. Montenegro, GUIONISTA Y REALIZADOR

Desconcierto, ira, entusiasmo, excitación, obnubilación y ganas, muchas ganas de volver a verla. Muchos son los sentimientos que se pelean, ahora mismo, en mis entrañas, cual dos figuras encapuchadas, una de negro y otra color arena, cada una sujetando un sable láser del color que corresponde. Desde un texto introductorio magistral, interesantísimo, pasando por batallas estelares cuyo mayor atractivo no está en las filigranas de los cazas sino en la excitación de quienes los pilotan, sin olvidar las referencias solemnes a la Fuerza, que vuelven a ser debidamente respetuosas, consiguiendo así devolverle aquel misticismo que hacía, en las primeras películas, que uno se tomase muy en serio lo de flirtear con el Lado Oscuro o considerarse Jedi sin conocer de verdad los entresijos de su interior. Todo ello está al servicio de una nueva generación de personajes que promete mucho viaje, muchas penurias y mucha historia que contar.

En El Despertar de la Fuerza, la línea de sucesos externa está a años luz de ser tan interesante como la línea narrativa interna de cada uno de los personajes. Se construye así una red de relaciones que constituye todo el mundo Star Wars desde una nueva versión ya de antemano conflictiva, resentida y teñida con los colores del fracaso y la culpabilidad. Una sombra agridulce sólo contrarrestada con el humor puntual y el optimismo de algunos de sus personajes, siempre dispuestos a aligerar la tragedia pero sin hacer pedazos con ello la tensión del momento, con el peso de un escenario de fondo que deja poco espacio a la satisfacción, la comodidad o el triunfalismo. Las viejas glorias de la galaxia necesitan ser restauradas. Las jóvenes promesas vibran en descontrol, poseídas por el entusiasmo, la rabia, el desaliento, la pasión desatada de quien quiere comerse el mundo. Los traumas de los errores, de las elecciones fallidas, del rencor heredado y del más absoluto desconcierto ante los caminos que la vida, o tal vez la Fuerza, les viene a poner delante. Todo ello está en cada uno de los protagonistas de la nueva generación, mientras la experiencia y la sabiduría han quedado desacreditadas, puestas en jaque, parcialmente cuestionadas. Todo un paisaje de enfrentamientos sobre el eje nuevo-viejo. En base al vínculo de cada cual con su legado, se forja un destino distinto, que tenderá al bien o al mal según la herencia a la que cada personaje haya elegido ser más fiel. Absolutamente imposible quedar indiferente antes las drásticas decisiones de alguno de los personajes, y no desear, siquiera por un instante, saltar a ser parte de todo ello, y dar rienda suelta a un torrente pasional como el que viven los protagonistas. Buenos días, Fuerza.

Reseña completa: www.cineyear.com