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La energía, mejor si es renovable

Foto. / DA
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La energía es el motor que hace funcionar el mundo. Sin energía no tendríamos iluminación, calefacción o aire acondicionado; no podríamos ver la televisión, ni desplazarnos en coche. Su uso forma parte de nuestro estilo de vida, pero sólo nos preocupamos de ella cuando nos falta. El consumo mundial de energía aumenta el 2% anual de media, aunque en algunos países emergentes este crecimiento supera el 6%. Aun así, el consumo de energía en los países más pobres continúa siendo, por persona, de cuatro a siete veces menor que el de los países industrializados. Una quinta parte de la población mundial consume más del 70% de la energía mundial, mientras que hay 2.400 millones de habitantes que viven sin electricidad.

En España, la energía que consumen las familias se acerca al 30% del consumo energético total, y se reparte entre un 18% en la vivienda y un 12% en el del coche. Desde la década de los años noventa y hasta hace relativamente poco, el consumo energético de los hogares españoles ha aumentado por encima del crecimiento de la población, a una tasa incluso cinco veces superior. Esto se debe, principalmente, al incremento del equipamiento doméstico y al progresivo aumento de los vehículos en las familias. La situación en Canarias es diferente, con cifras menos favorables. El 99,6% de la energía consumida proviene del petróleo. La mitad de esta energía se deriva al transporte y un 43% a la producción de electricidad. Para satisfacer esta demanda de bienes y de nuevas cotas de confort, se hace precisa una mayor generación y oferta energética. Por ello se ha hecho necesario dotar de grandes centros generadores de energía excedentaria. El consumo desmedido ha provocado el deterioro del entorno, el agotamiento de los recursos naturales y un desequilibrio en consumo y uso.

El Cabildo y la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife están impulsando la estrategia Personas más Sostenibles con la que se pretende concienciar y lograr un cambio de hábitos de la ciudadanía para tener una Isla más sostenible. Ello implica un uso eficiente de la energía con el objetivo de minimizar al máximo las consecuencias medioambientales que acarrea una producción energética con fuentes convencionales. Por ello, dos son los objetivos principales: ahorrar energía, utilizándola de forma eficiente e inteligente, para conseguir más con menos; y diversificar las fuentes energéticas, incorporando las energías renovables a la producción convencional.

Las renovables son recursos limpios y casi inagotables que os proporciona la naturaleza. Por su carácter autóctono contribuyen a disminuir la dependencia de una región de los suministros externos, reducen las pérdidas por transporte y favorecen el desarrollo tecnológico y la creación de empleo. Por otro lado, la eficiencia energética permitirá una optimización en el uso de la energía, evitándose pérdidas y consumos innecesarios. La rehabilitación eficiente de las construcciones, el diseño adecuado en las nuevas edificaciones, la instalación de redes de distribución inteligentes y un cambio en la cultura de consumo son los elementos que han de conformar este nuevo modelo energético.