1. Me ha llamado un amigo, médico, para decirme que aparque la tristeza. Y otro lector me aconseja sobre lo que debo hacer: “Escriba usted de lo que le pasa cada día; yo me lo paso pipa”. Vale, pues les diré que se me reventó el jueves un armario lleno de libros. Yo nunca había oído la explosión de un armario. Necesité del concurso de dos operarios diestros en el arte de la carpintería para reparar el desaguisado. Tenía unos libros en cajones, los pasé a un armario, resistente y nuevo, y ocurrió lo inevitable. Era demasiada la carga. Aparte de comer en el Cumai, que ya lo conté, me fui al Sur a ver a algunos amigos y a pasear por San Eugenio, que a mí me parece un lugar extraordinario, lleno de hoteles de gran lujo y de nuevos proyectos. Qué bien. No dejen de visitar un hotel extraordinario, el Villa María, que acaba de inaugurar posiblemente la mejor suite de Canarias. También he estado en el Puerto de la Cruz, comiendo salchichas en el Rancho Grande y viendo pasar a la gente por San Telmo. Hay de todo. Turistas que tienen categoría y otros arramblados. Parece inevitable en el Puerto, donde yo he perdido toda la esperanza de la elegancia.

2. Qué ilusión ver libros míos en el Rastro. Compré alguno que no tenía, a un euro. Vaya ganga. ¿De dónde habrán salido estos libros? Por cierto, Litografía Romero ganó el concurso de las papeletas de las elecciones en Canarias y algún mentecato anda diciendo y escribiendo que es porque también hace la cartelería del PP. Litografía Romero jamás, en toda su historia, ha hecho ni un papel para el PP. Hay gente que nace mentirosa y morirá mentirosa.

3. Voy a El Corte Inglés y veo que venden la segunda edición de Todos los magos son del Barça, de un servidor. Qué bien. Yo no tengo nada que ver con la edición, cuyos derechos están cedidos desde hace mucho tiempo para pagar una deuda vieja. Ya ven, qué triste eso de ser moroso.
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