el almendrero de nicolás

Una gaviota en Madrid

En esta campaña electoral he oído que hace falta una voz canaria en Madrid, puede ser; pero les aseguro que no es una cuestión de acento, ¡oiga!, por descontado que a mí me gusta mucho nuestra cadencia en el hablar, sobre todo cuando estás en el extranjero, más perdido que el barco del arroz, y oyes a un paisano y terminas echándote algo con él, ¿a ustedes no les ha pasado?, a mí sí, y es una experiencia muy étnica. Pero para defender los intereses de Canarias hace falta algo más que acento, hace falta contenido, y del bueno, porque para decir que tienen que subvencionarnos la vida entera, para eso mejor te callas, para decir que hacen falta más exenciones fiscales a los grandes empresarios y a las multinacionales, para decir que sin más ayudas a los grandes hacendados plataneros, no a los pequeños, sino a los grandes, que sin el plátano los canarios nos extinguimos, para eso mejor te callas. Para seguir con la cantinela de que tenemos el mejor clima del mundo, con el único objetivo de que todos sigamos siendo camareros y defender a ultranza la introducción del gas en Canarias, es mejor no articular palabra. Para eso, mejor te callas la boca.

Simplemente, porque da vergüenza ajena. Para defender esas cosas ya están los del PP y los del PSOE, aunque la mayoría de ellos repudie cómo hablamos. Pero he aquí que la señora Oramas, no contenta con ese lemilla de campaña, también está intentando arrebatar el discurso de Podemos. Ayer se descolgó diciendo que “no es admisible que los nietos vivan peor que sus abuelos”. ¿A qué abuelos se refiere? Si es a los de ella, a la mayoría de los seres humanos que conozco no les importaría vivir bastante peor, pues así y todo, siempre vivirán mejor. Es lo que tiene pertenecer a la burguesía, que para apropiarte del discurso de los pobres necesitas unas claves para conjugarlo, y usted no las tiene, luego te traicionas. De todas maneras, señora Oramas, en Madrid ya hay voces canarias que se buscan la vida como buenamente pueden, que abarrotaron las plazas del 11-M, que animan a nuestra Unión Deportiva con siete estrellas verdes, que cantan nuestras verdades, que se conectan en páginas que defienden nuestro ecosistema y otra visión política más horizontal de nuestra economía. En fin, que lo que sobra en Madrid son gaviotas de las distintas subespecies autóctonas. Gaviotas y vocecillas que nunca se refieren a Canarias como un país.