POLÍTICA

Iglesias llama a desbancar a los partidos en deuda con los bancos

Mientras Mariano Rajoy proyectaba en Santa Cruz la imagen de una “España en serio”, Pablo Iglesias repartía “sonrisas” en La Laguna. El secretario general de Podemos lanzó unas preguntas retóricas al presidente del Gobierno, aunque ya conocía las respuestas: “No sabe, no contesta”. Micrófono en mano es más peligroso que un jubilado con WhatsApp. En un auditorio del campus de Guajara a reventar, el líder del equipo morado diferenció la financiación de los partidos políticos “institucionalizados” de la de los que, como el suyo, se nutren del capital humano. “No como el PP y Coalición Canaria”, resaltó, “que tienen una deuda con los bancos”. En esa línea argumental, Iglesias tachó de “tomadura de pelo” el trato que reciben las fundaciones paralelas, a modo de cajas B. “La ciudadanía debería identificar al que dona más de 5.000 euros”, profirió. “Es la transparencia”.

En su discurso, coreado con gritos de “presidente, presidente”, le hizo un roto a la corrupción, incluida la de las “puertas giratorias”, las que atraviesan altos cargos que acaban en consejos de administración de empresas privadas. En la lectura de “la realidad que no ve Rajoy”, repleta de metáforas visuales, Pablo Iglesias relató su visita, esa misma mañana, al barrio de San Matías (Taco), donde unos vecinos “pagan 300 euros al mes de alquiler por unas deterioradas viviendas sociales”. En contraste, destacó que el Ayuntamiento de Barcelona facilita solares públicos. Como mecanismo de solución, Podemos defiende la equiparación en la Constitución de los derechos sociales a los civiles y políticos. En la lista de recursos de higiene democrática, apuntó una moción de confianza ciudadana a mitad de la legislatura. “No quiero ser vuestro jefe, sino un empleado”, apostilló. “Hay una perturbación en la fuerza”, proclamó mirando una pancarta de homenaje a Stars Wars que portaban unos simpatizantes acompañada de la leyenda “Somos Podemos”.

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Pablo Iglesias se dio ayer un baño de popularidad en la Universidad de La Laguna. / FRAN PALLERO

La expectación en el entorno del aulario de Guajara no era por el estreno de la última película de la saga de George Lucas. Pablo Iglesias generó tal revuelo que había más espectadores fuera del aula magna que dentro.

Se vivieron momentos de tensión, con alaridos y golpes en las puertas. Hubo que habilitar salas anexas. Pablo Iglesias se compadeció de esas personas que imploraban por un milagro y, a la conclusión del acto, compartió unas palabras de aliento. En el recinto no cabía un alfiler. Algunos globos explotaron de emoción. Los organizadores prepararon una puesta en escena televisa. Los seis oradores aparecieron por el fondo a los acordes de Los cazafantasmas y fueron dispuestos en sillas vanguardistas de dudosa comodidad. Como si se tratara de un programa de testimonios o de una edición especial de El club de la comedia, la ronda la inauguró Meri Pita, secretaria general de Podemos en Canarias y candidata al Congreso por Las Palmas. La siguieron en el turno Rafael Mayoral, por Madrid; Alberto Rodríguez, por Santa Cruz de Tenerife; Victoria Rosell, por Las Palmas; Ínigo Errejón y Pablo Iglesias.

Al principio se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la violencia machista. Después cargaron contra Albert Rivera (C’s) por pretender modificar la ley orgánica 1/2004 y Rodríguez insultó a Soraya Sáenz de Santamaría. Llamó “sinvergüenza” a la vicepresidenta, a la que Iglesias calificó de “inteligente”. Sin ironía.