el charco hondo

Lobo

Cuentan, aún en voz baja, que lo han visto de cerca; que esta vez sí. Les llamó la atención su peso, el tamaño, la estrechez del pecho, la fortaleza de la espalda. Esta vez se les ha acercado tanto que han sentido su aliento. Han visto la forma de las patas, capaces de andar con facilidad por cualquier terreno, más largas las traseras que las delanteras. Comentan -en privado, eso sí- que los maxilares, molares y premolares del lobo provocan escalofríos. Dicen que sí, que esta vez se las han visto. Cuentan, en Coalición, que esta vez sí le han visto las orejas al lobo. Tan cerca lo tienen que están viéndole orejas, pelaje, mandíbula y cola. Reconocer su presencia es un comienzo. Difícilmente frenarán la caída libre que está dinamitando la histórica centralidad de Coalición si creen que cerrando los ojos el lobo desaparece. Las orejas del lobo son tan triangulares como los porcentajes. Cuando en apenas quince años CC pasa de 248.261 a 81.436 votos en las generales (con ese inquietante 18,2% de votos en las autonómicas, ojo) si eso no es caer en barrena se le parece un montón. Hacen bien reconociendo que tienen el susto metido en el cuerpo y que, así la cosa, ya están manos a la obra, identificando bocas de agua, replanteándose estrategias, reconsiderando apuestas, refrescando pautas, explorando propuestas e ideas-fuerza que les permitan retomar la iniciativa, volver a liderar, dar con la tecla que los ayude a generar ilusión. Cuentan, sin levantar la voz, que saben qué es lo que deben hacer para recuperar la centralidad. Sabemos qué hay que hacer, el problema -confiesan- es que además de saber hay que hacerlo. Dicen, y ahí dentro hay gente con cabeza, que ya están en ello, que necesitan volver a escuchar -hace tiempo que dejaron de hacerlo-, dejar de restar y ponerse a sumar. Me cuentan que saben qué hay que hacer y que van a hacerlo. Más les vale. Si no se ponen, y de inmediato, cuando quieran salir de la boca del lobo ya será demasiado
tarde.