POLÍTICA

Mirada crítica al Senado

Pío García Escudero (PP), presidente del Senado, y  José Vicente González Bethencourt (PSOE). / DA
Pío García Escudero (PP), presidente del Senado, y José Vicente González Bethencourt (PSOE). / DA

En la campaña electoral para el 20D, que va cerrando los párpados, los ojos del PP (el derecho) y el PSOE (el izquierdo) proyectan un punto de vista sobre la reforma del Senado coincidente en lo fundamental pero con mirada progresiva en la corrección óptica: de lejos o de cerca. Los demás partidos observan el panorama con unas gafas de realidad virtual. La visita a Canarias del presidente de la Cámara alta, Pío García Escudero, ilumina un debate difuminado por la potencia de los focos del Congreso; la institución que, dicho sea de paso, alumbrará al próximo Gobierno de la nación.

Tanto el PP como el PSOE defienden la continuidad del Senado. Difieren, sin embargo, en el alcance de la modificación de la Constitución. En los trabajos de la ponencia de estudio, el Partido Popular aceptó reemplazar los paños calientes por el bisturí. En su programa para estos comicios, plantea la “búsqueda de consensos para avanzar en su configuración como un auténtico foro principal para debatir grandes cuestiones de naturaleza territorial” y subraya que el Senado ha de tener “una posición significativa como órgano que, en el desempeño de la función legislativa, no se identifique por su mera capacidad de oponer a las decisiones del Congreso un veto suspensivo”.

Ahora, Escudero sugiere una reducción del tamaño: “No hay un número fijo [actualmente son 208 por elección directa y 58 por designación de los parlamentos autonómicos]. Es una opción”.

El PSOE incluye el traslado del Senado a Barcelona con el objetivo de avanzar en un modelo federal: “Trabajaremos en un acercamiento a la ciudadanía y a los territorios”.

En este contexto, Izquierda Unida-Unidad Popular argumenta que, “en contra de lo que mantiene la Constitución, el Senado no puede ser considerado como una Cámara de representación territorial, porque la mayoría de los senadores son elegidos por las provincias”. A su entender, las comunidades autónomas “no desempeñan ningún papel en el poder legislativo”.

Podemos reclama un cambio para que no sea “un cementerio de elefantes ni un refugio para sospechosos”. Se trataría de “garantizar la representación territorial en el marco de “una nación de naciones”. Sin contemplaciones, UPyD quiere echar el candado: “No ha funcionado como una verdadera Cámara de representación regional”. Ciudadanos tampoco se corta un pelo: pretende sustituir el Senado por un consejo de presidentes autonómicos. El partido naranja calcula un ahorro de 50 millones de euros.

Desde Coalición Canaria, Francisco Linares vislumbra una Cámara “adaptada a los tiempos, con un carácter más ejecutivo y que represente al territorio y, sobre todo, a las distintas especificidades de las comunidades autónomas”. Lógicamente, el candidato y regidor de La Orotava reivindica la presencia de alcaldes “en otros ámbitos de la política”. No opina lo mismo el socialista José Vicente González Bethencourt. “Compatibilizar esa responsabilidad con otros cargos, como alcaldías de grandes ciudades, presidencias de Cabildo o el Parlamento regional impide la dedicación necesaria al Senado”. De ahí que crea conveniente enmendar el reglamento de incompatibilidades en el sentido de potenciar la dedicación exclusiva”, explica González Bethencourt en declaraciones a DIARIO DE AVISOS. “Considero incompatible en la práctica ser alcalde y senador o presidente del Cabildo de Tenerife y diputado nacional”. Eso sí, de los senadores autonómicos valora que estos dejen libre el escaño en el Legislativo de origen. “En Andalucía o Madrid conservan los dos, lo que obliga al abandono del hemiciclo del Senado cuando coincide con un pleno o un problema de su Comunidad”. En consecuencia, apunta el criterio de que todos los senadores sean elegidos directamente.

Tras las huellas de Pío García Escudero, el senador tinerfeño recalca que el PP “no ha estado a la altura que se merece la defensa del Senado, que con el rodillo de la mayoría absoluta lo ha utilizado para sus intereses partidistas y no desarrollando la función de Cámara territorial que le asigna la Constitución”. A José Vicente González Bethencourt le parece “incoherente e irresponsable” que, a pesar de que pide la desaparición del Senado, Ciudadanos promueva a “políticos ávidos de poder”. En cuanto a Podemos, confiesa que le sorprendió que votara junto al PP “una moción de Sanidad sobre registro de pacientes que ningún otro grupo apoyó”. A su juicio, los “cuatro años sin iniciativas” de Miguel Zerolo (CC) “ilustran lo que la gente percibe como un ente inútil”. Para convencer a la ciudadanía de lo contrario, el PSOE aspira, por ejemplo, a que el Senado defina “un sistema justo y equitativo de la financiación autonómica, de modo que se evite la recentralización que ha hecho el PP y los conflictos” entre los ejecutivos; así como que se constituya en “una Cámara de primera o única lectura en las leyes y cuestiones relacionadas con las comunidades autónomas”. En definitiva, que asuma “competencias exclusivas diferentes a las del Congreso”.

El “deterioro de la imagen” del Senado también la atribuye a la circunstancia de que “determinados políticos han usado la institución para asuntos ajenos”. González está pensando en el mencionado exalcalde de Santa Cruz, condenado por el Supremo en un proceso cuya condición de aforado “le permitió no ser juzgado por los tribunales ordinarios”, y en los viajes de José Antonio Monago.

¿Será esta la legislatura de las luces o las ideas se apagarán?