cultura

“Polonia me ha dado la oportunidad de sentir Europa”

Fernando Menis. | FRAN PALLERO
Fernando Menis. | FRAN PALLERO

Dice el responsable de arquitectura del MoMA de Nueva York, Barry Bergdoll, que “al igual que los espectaculares paisajes de las Islas Canarias, los edificios de Fernardo Menis -muchos pasando por un largo proceso de gestación desde el encargo hasta la terminación- parecen haber sido concebidos en una explosión de energía creativa y luego perfeccionados con el paso del tiempo por fuerzas que han ido esculpiendo sutilmente el diseño y los materiales por igual. En la poesía de sus formas primordiales, el vocabulario arquitectónico de Menis ha evolucionado durante más de 30 años en diálogo con el paisaje volcánico de su lugar natal, Tenerife”. Ahora, sin embargo, Fernando Menis lleva dialogando años con otro paisaje, el paisaje horizontal de Polonia, en concreto de la ciudad de Torun, donde estrena auditorio.

-¿Qué supone este proyecto para usted?
“Para mí es una gran oportunidad fuera de mi propio país. Polonia me ha dado la oportunidad de sentir Europa y tener una proyección internacional”.

-La sala de conciertos de la ciudad de Torun es el edificio dominante en la zona en que se sitúa, al borde de un conjunto histórico que es, nada más y nada menos, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se centrará toda la atención sobre su edificio. Esto debió hacer que el proceso fuese complicado, ¿fue así?, ¿qué clase de sentimientos cree que va a evocar el resultado?
“Una de las fotografías del entorno del auditorio, tomada por Roland Halbe, por ejemplo, y que se ha incluido en Arquitectura Viva, una de las más famosas revistas de arquitectura, nos muestra el resultado. Si observas la misma, te darás cuenta de que la CKK Jordanki, que es el nombre que se ha dado aquí en Polonia al auditorio, está totalmente integrado en el entorno y en la escala de la histórica ciudad de Torun. Ese era el objetivo, y el mandato municipal. Hacer una transición tranquila y respetuosa con la ciudad histórica sin por ello dejar de apostar por la contemporaneidad”.

-Parece ser, según se desprende de los medios de comunicación polacos que hemos podido consultar, que en Torun existían grandes expectativas acerca de esta sala de conciertos. ¿Cree que esas expectativas de la población han quedado cubiertas?
“La CKK Jordanki tiene el potencial de convertirse en un símbolo internacional de la cultura y la arquitectura de la ciudad de Torun si se gestiona adecuadamente. Gracias a su ubicación única y posición estratégica, no es solo un nuevo edificio, sino una reflexión sobre el siglo XXI y lo que está viviendo esta sociedad. Ahora, todos juntos, el consejo de la ciudad, los arquitectos y los ciudadanos tienen un nuevo reto: promover el edificio a nivel internacional, cosa que no se hace en un día. La promoción es un objetivo a medio plazo”.

-Cuando usted ganó el concurso internacional de ideas que se convocó en Torun, coincidió con el estallido de la crisis financiera mundial. Algunas personas decían que Torun, una pequeña ciudad de apenas 250.000 habitantes, no iba a poder finalizar este proyecto debido a razones económicas. ¿Cómo se consiguió?
“Tuvimos la suerte de tener un cliente muy valiente. El alcalde de Torun firmemente optó por el proyecto y arriesgó su propia carrera. Tengo que darle las gracias por eso. Como siempre, todo depende de la calidad de los políticos con los que uno se encuentra en el camino. Tengo que decir que este alcalde puso mucha pasión y mucho empeño en sacar esto adelante y no solo lo consiguió, sino que volvió a ganar las elecciones por mayoría absoluta, así que supongo que la gente de su ciudad considera que hizo lo correcto apostando por la cultura a pesar de la crisis”.

-Muchos expertos dicen que la arquitectura moderna de Torun tiene cierta falta de originalidad y valentía, que le falta autoestima, ¿es cierto?, ¿hay alguna razón para ese pesimismo?
“Es muy común en las ciudades en las que el peso de la historia es tan genial y poderoso tener problemas como el que usted comenta, también pasa en ciudades históricas como La Laguna o La Orotava, a las que les pesa tanto la historia y el miedo a equivocarse con lo nuevo, que no terminan de apostar por la arquitectura contemporánea de calidad, pero me gustaría enviar un mensaje para todos los responsables de conjuntos históricos: hay que hacer bien lo que hay que hacer en cada época, ser respetuoso con la historia y, al mismo tiempo, siempre tratar de ser innovadores, solo hay que poner mucho amor en lo que debe hacerse, y pensar con respeto el paisaje que te rodea. No podemos olvidar que todas las grandes ciudades tienen aportaciones de todos los siglos, no se quedan estancadas, sino que evolucionan con respeto a su historia, pero con voluntad firme de superarse cada día”.

-¿Realmente tenemos aún oportunidad de crear cambios significativos, nuevos hitos en el paisaje urbano de Tenerife, de Canarias?
“Sí, por supuesto, solo tenemos que creer, como sociedad, en la arquitectura de buena calidad. El uso, por ejemplo, por los poderes públicos, por los gobiernos, de la fórmula de los concursos de ideas con buenos jurados se ha demostrado ejemplar en muchos países del mundo porque ha permitido elegir a los mejores arquitectos posibles para cada lugar. Además en Canarias tenemos otro gran ejemplo a seguir, y esa es la simbiosis que supo hacer César Manrique entre el paisaje y la arquitectura en Lanzarote, para mí ha sido siempre un ejemplo a seguir”.

-¿Qué tenemos que hacer para crear un concepto que podría convertirse en pionero en el futuro inmediato en Tenerife según usted?
“Yo no creo que haya una fórmula mágica. Es solo que en el papel que cada uno de nosotros juega en la sociedad, tenemos que tratar de afrontar las cosas que tenemos que hacer de la mejor manera posible. ¿Cómo? Aprendiendo de los mejores y tratando de captar la esencia de cada problema y cada lugar en todo momento. Sin rehuir las responsabilidades, sino afrontándolas con la mente abierta”.

-En una de sus entrevistas anteriores dijo usted que su fuente de inspiración es el sentido común. ¿Qué significa eso?
“El sentido común me muestra cómo tratar con las materias primas y cómo sacar todo su verdadero potencial teniendo en cuenta el contexto, la función que se pretenda dar al edificio o el lugar en cuestión. En realidad la clave es cómo combinar siempre la razón y la emoción. Por ejemplo, el uso del ladrillo en Torun es de sentido común, ya que es un material que históricamente se ha demostrado que funciona bien en la ciudad, que viene de la propia arcilla roja predominante en Polonia. Si la arcilla aquí en Torun es de una calidad muy buena, ¿por qué debemos usar otro material? Si en Tenerife la toba volcánica del Sur funciona bien, ¿por qué iba a emplear otra cosa en el Magma? Esa es mi forma de utilizar el sentido común, pero hay muchas otras, tantas como buenos arquitectos hay en el mundo”.