TRIBUNA

Rocío, prostituta de lujo

Durante mi etapa como redactor de mesa en diferentes formatos para televisión, me he encontrado con un sinfín de testimonios de vida que me han conmovido. Recuerdo con cariño la historia de Rocío. Fue la primera prostituta que abrió en el año 82 una agencia de contactos en Las Palmas de Gran Canaria. Después de una hora de conversación telefónica para actualizar su historia, me cuenta que deja el trabajo. Con 65 años, se jubila porque el negocio que se está moviendo actualmente “es muy sucio”. Se queja de la droga que se mueve en torno a la prostitución y es algo que en sus tantos años de profesión nunca ha tolerado. Rocío no se avergüenza en decir que es “puta y alcahueta”. Para ella, no fue una obligación: “Fue una elección libre, sin coacción y lo decidí desde muy joven”. Antes de llegar a Gran Canaria, ejerció la prostitución de lujo en Madrid, Sevilla y Barcelona. Nació en Salamanca y toda su familia reside allí: “Ellos no saben que me he dedicado a esto, no quiero hacerles daño. Piensan que trabajo en el mundo del espectáculo”. Rocío estudió cine y televisión, profesión que abandonó y que intentará retomar, si puede, tras su jubilación. Defiende a ultranza el mundo y el trabajo de la prostituta. Su “pequeño negocio”, así es como ella lo define, lo integran cuatro chicas jóvenes. De su trabajo no cobra “ni un duro” por lo que no se considera una proxeneta. Las chicas son canarias y de Latinoamérica y las quiere con papeles para evitar problemas. Me repite una y otra vez que no le gusta la prostitución que hoy en día se mueve por sus alrededores: “La prostitución antiguamente, cuando yo empecé, era más familiar, más cercana; ahora es más fría, con más delincuencia, con la cocaína de por medio”. Cuando le pregunto por sus clientes me habla con mucho cariño. Por su casa han pasado desde un “agricultor hasta un ministro”. Desde que entran por la puerta sólo les exige una cosa: respeto hacia las jóvenes y hacía ella. “Todos mis clientes son de un gran potencial, son personas que nos tratan como personas e incluso son clientes que luego se hacen muy buenos amigos”. Hablar con Rocío sobre su profesión, es estar horas y horas. Es un testimonio merecedor de escuchar para llegar a entender una profesión que, como bien dice ella, “si se elige sin imposiciones, chantajes o amenazas puede ser muy respetada como cualquier otra”.

*ESTUDIANTE DE COMUNICACIÓN EN LA UOC