Valladolid - cd tenerife

Goleada engañosa

Pep Martí perdió su primer partido como entrenador del Tenerife en un choque contradictorio. Cayó goleado (4-1) en Valladolid tras un partido en el que fue muy inferior en la media hora inicial, reaccionó cuando se vio con un 2-0 adverso y en inferioridad por la expulsión de Alberto, tuvo opciones de sobra para lograr el empate y solo se rindió en los minutos finales, después de que los locales adquirieran una ventaja inalcanzable. Por el camino, el técnico se quedó sin la posibilidad de firmar su séptimo encuentro sin derrota e igualar así el récord de Moncho Lamelo, pero, más allá de estos registros, queda la sensación de un Tenerife que salió frío y un debate abierto: en sus dos últimas citas, ante Mallorca y Valladolid, el conjunto blanquiazul dio la sensación de jugar mejor y de ser más efectivo con una pareja de mediocentros que con un trivote. Media hora de partido, un 2-0 en contra y un jugador menos sobre el campo. Esa era la situación que vivía el Tenerife en el Nuevo Zorrilla.

El grupo de Martí olía a cadáver y los datos presagiaban una goleada humillante, porque los blanquiazules se habían mostrado muy inferiores a su rival. Al final, la previsible paliza acabó en goleada, pero el resultado final no debe invitar al engaño, porque el Tenerife mereció mejor suerte.

Lo curioso es que, con igualdad numérica, el Tenerife fue mucho peor que el Valladolid. Ineficaz en la presión, el equipo blanquiazul apenas tuvo el balón y fue reculando poco a poco hasta refugiarse en su campo. Pese a todo, fue capaz de sacar algunas contras, conducidas por Aurtenetxe y Suso, que Lozano no concretó. Activo en su banda, Suso también provocó una falta al borde del área que Aurtenetxe (min 17) ejecutó por encima del larguero.

Si la producción ofensiva del Tenerife fue aceptable, su trabajo defensivo dejó mucho que desear. Vitolo y Aitor Sanz no fueron capaces de presionar eficazmente y el grupo de Martí casi nunca pudo contrarrestar a un Valladolid con criterio en la elaboración. Y las ocasiones se sucedieron en el área de Dani, que respondió bien a un disparo lejano de Óscar (min 6) y respiró aliviado cuando un cabezazo de Alfaro (min 18) se fue fuera por centímetros.

Para entonces, el partido era un monólogo del Valladolid, al que le anularon un gol, justamente, tras un centro de Hermoso que remató Juan Villar en fuera de juego.

El Tenerife no tomó nota del aviso y un minuto después Alberto se pegó un tiro en un pie al arrollar a Rodri en el área. Penalti y expulsión. La falta es discutible y la tarjeta roja resultó excesiva, pero el riesgo que tomó Alberto al ir a chocar con el delantero local era innecesario.

Óscar transformó el penalti y el Tenerife acusó el golpe. Y perdió el sitio.

André Leao solo tardó tres minutos en aprovecharlo: metió un pase profundo y preciso a Juan Villar, que le ganó la espalda a Aurtenetxe y superó a Dani en el mano a mano. O lo que es lo mismo: 2-0 en contra con uno menos y más de una hora por jugar. La lógica, en situaciones así, invita a rendirse; o al menos, a firmar un pacto de no agresión.

El Tenerife no se resignó. Y tardó poco en rebelarse a su destino y en entrar en el partido. Lo hizo con un pase bombeado de Vitolo que habilitó a Lozano para que el panameño fusilara a Kepa. Y sin necesidad de mover ficha: ausente Alberto, el técnico apostó por un doble pivote Vitolo-Aitor Sanz, con Suso y Omar pegados a las bandas para abrir el campo en ataque, a riesgo de sufrir alguna contra en un choque con muchos espacios.

En una situación de inferioridad numérica, el Tenerife no le hizo ascos a un partido de ida y vuelta, en el que, ya antes del descanso, Aurtenetxe no concretó el empate al fallar un remate franco tras un buen centro de Omar. Mejores opciones tuvo aún el grupo de Martí en la segunda parte, en especial un mano a mano de Suso (min 57) que Kepa sacó con el pie y un remate de Omar (min 60) que se fue al poste y que Lozano no acertó luego a mandar a la red.

Pero también hubo oportunidades para Lozano o Jorge antes de que Juan Villar cerrara el partido con el 3-1 al aprovechar un rechace en el área local.

Es verdad que el Valladolid también había tenido sus opciones, pero un Tenerife que no le perdió la cara al choque se citó en varias ocasiones con el empate. Tantas, que el público del Nuevo Zorrilla ya silbaba a su equipo, que sufría en exceso ante un adversario en inferioridad.
Martí aún intentó un imposible y le dio cancha a Cristo y Nano para que acompañaran a Lozano en ataque en busca de un milagro, pero acto seguido Guzmán aprovechó otro balón suelto en el área para hacer el 4-1 y convertir un triunfo sufrido en una goleada engañosa.
Solo entonces se rindió el Tenerife, que sufrió así la primera derrota con su nuevo técnico, que se queda sin el récord de mejor estreno sin derrotas en el banquillo blanquiazul.

Eso sí, Martí también se puede quedar con algunas sensaciones. La primera podría ser la satisfacción de dirigir a un grupo que no se rindió cuando nada invitaba al optimismo, pero también con las dudas que generó ese mismo equipo en la media hora inicial, cuando no tuvo el balón, concedió demasiadas opciones de gol al rival y se suicidó con una acción absurda de Alberto, que debería invitar a la reflexión al futbolista.