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El Algarve

1. Unos generosos amigos me han invitado a pasar el fin de año en El Algarve. Hacía tiempo que no estaba allí. En los 60, El Algarve era propiedad de dos o tres ricos portugueses que fueron vendiendo sus pinares a medida que el turismo demandaba las fabulosas playas de la zona sur de Portugal. El portugués es afable y oscuro; y muy correcto. A mí este país me encanta y disfruto cuando lo visito. De Faro al cabo San Vicente, lo recorrí todo en pocos días, lo vi todo, me enteré de casi todo, comprobé el desarrollo de la industria turística. Visité algunos de sus mejores hoteles, entre ellos el Epic Sana, en la zona de Albufeira. Un excelente establecimiento que nos dio una lujuriosa cena de fin de año. La verdad, agradezco a mis amigos la invitación porque me hacía falta echarme fuera de aquí. En San Vicente me empapé del Atlántico bravío, que ha partido en trozos el extremo más occidental de Europa. Los portugueses peregrinan a este lugar, quizá añorando las conquistas que ya no existen.

2. Es caro El Algarve. Vamos, que no es barato. Más caro que Canarias y con peores instalaciones, aunque con infinitamente mejores playas. Coches de alta gama por todos lados, villas de superlujo (a partir de cinco millones de euros) en los lugares más exclusivos de Vilamoura, que tiene un excelente puerto deportivo, capaz de recibir yates de alto porte. Elegimos viajar en coche desde Sevilla. Dos horas y cuarto del aeropuerto al hotel. Faro tiene aeropuerto, pero con viajes desde Lisboa y Oporto. Y no compré toallas a tres euros, fantásticas, pero las hay. En Vilamoura han abierto seis campos de golf, el primero sobre un antiguo aeródromo. Aquí viene la crème de la crème de Europa a sus villas fabulosas. Entre ellos, Cristiano Ronaldo, que parece que está en todas partes. Vaya coñazo.

3. Figo tiene un bar un tanto destartalado y rentable en el puerto deportivo de Vilamoura. Decorado con docenas y docenas de fotos suyas, vistiendo las camisetas de los equipos de su vida. También posee unas villas para alquilar, de gran lujo. Ha invertido bien el futbolista portugués. Y, mientras, en Santa Cruz todavía no se deciden a llenar de restaurantes los terrenos ganados al puerto en la avenida de Anaga. ¿Para qué los quieren?