después del paréntesis

Chapo Guzmán, punta del iceberg

La reciente recaptura del narcotraficante Chapo Guzmán, tras su cinematográfica fuga es, pese a ello, muestra visible de cómo este comercio repugnante ha logrado corromper casi toda América, y enamorar a pueblos desesperados e idiotas útiles del mundillo artístico. Pero el Chapo es solo la punta de un inmenso iceberg que se extiende desde Estados Unidos, donde invierten su dinero sucio tras vender inclusive allí mismo impunemente, pasando por países centroamericanos que controlan a placer; por Colombia pese al Plan combinado entre Washington y Bogotá; una Venezuela con familiares de líderes del chavismo presuntamente vinculados; una Bolivia productora, un Brasil consumidor, y una Argentina que recapturó tres narcos presuntamente ligados al saliente gobierno kirchnerista, fugados con ayuda de miembros del servicio penitenciario y policial.

Este continental control de miembros de poderes del Estado (nacionales, regionales o municipales) y fuerzas de seguridad, se debe a que en esos países hay pueblos ávidos de ingresos “extras” ante salarios miserables, trabajo ilegal y sin servicios básicos, por lo que pese a que asesinan gobernantes honestos, les ven como filántropos, pues otros gobernantes desatienden esos padecimientos, o son cómplices.

Pero también es culpa de una Europa consumidora que nada aporta para luchar en origen, y un EE.UU. donde muchos políticos reciben dinero narco para campañas electorales, y su economía acepta administrar esas sucias divisas.

El Chapo Guzmán -entre otros- es solo la punta de un iceberg que debajo, en su parte más grande, tiene de blanco solo el color del veneno que vende y esconde la complicidad de muchos que, de Alaska a la Patagonia, alimentan su poder con dinero narco y, aunque desde bancas en foros nacionales e internacionales protestan, son socios de este criminal y los detenidos en Argentina. En suma, son la parte no visible del iceberg.

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