la gatera

China – Por Herzog

El síndrome de China, y no me refiero al fenómeno físico-nuclear, ha perforado las bolsas del mundo y volatizado gran parte de las fortunas de los inversores y ahorradores desde la devaluación del Yuan en agosto de 2015 y las sucesivas caídas de su referente bursátil Shanghai Shenzhen CSI-300, en los primeros días de este 2016. La réplica se deja sentir en los principales indicadores europeos y americanos y todo podría apuntar hacia una nueva recesión o gran depresión en ciernes por contagio, como la gripe asiática. La volatilidad financiera está servida.

El desinfle de la gran burbuja china que evidencia la corrección de las previsiones de crecimiento o modificación a la baja de su Producto Interior Bruto (PIB) amenaza con abrir un boquete mayor en las economías de los países avanzados y en vías de desarrollo o emergentes, sobre todo, las de aquellos que estén expuestos a las fluctuaciones de los mercados financieros del gigante asiático y adláteres. Industria, finanzas y construcción son los principales pilares sobre los que se asientan las bondades, desafíos y amenazas del país, aunque suficientes para hacer frente a su creciente endeudamiento.

China, salvo en lo político, ha dejado atrás los avatares del comunismo y devanea con la faceta más pura del liberalismo económico hasta el punto de ser un adalid de la competitividad a cualquier precio. No sólo somete a sus ciudadanos a una dictadura férrea y brutal con su democracia popular o de pensamiento único, sino que arruina su calidad de vida y bienestar en aras de un desarrollismo desacerbado e irracional que compromete el futuro de las próximas generaciones, porque las pasadas ya están perdidas.

Ahora, siendo mal pensado, podríamos estar ante un escenario de lucha por supremacía económica. Sólo cabría preguntar, ¿qué ocurriría si China vendiera toda la deuda pública de países terceros en su poder?

@Benisri