el charco hondo

Cris

Hay tipos que solo se dejan conocer al final, a los postres, en la penúltima copa. Están ahí, día a día, muy cerca, pero no dejan de ser unos conocidos enormemente desconocidos. Cris, por ejemplo, sin ir más lejos. Han sido años -estos cuatro, especialmente- conviviendo con él como lo hacemos con vecinos, familiares o compañeros de oficina, sabiendo de sus estados de ánimo, salidas de tono, aciertos y meteduras de pata. Raro ha sido el viernes (con los Consejos de ministros) que no hayamos tenido noticias suyas. Entre comisiones mixtas, presupuestos generales del Estado y comparecencias, Cris se fue colando en nuestras vidas, llegó así, de esa manera, y no nos dimos ni cuenta. Tantas cosas que hemos vivido juntos y no habíamos caído en que Cris tiene un sentido del humor que sobrevuela la genialidad. Qué elemento. Qué tío tan divertido. Qué personaje. Admitamos que Cris es, ahora sí, el tipo ideal para salir de cañas y echarse unas risas. Con la gobernabilidad del país hipotecada por líneas rojas, naranjas, azules y moradas, hay que ser cachondo para comprometerse a revisar el sistema de financiación de las Islas. Es un golpe de los de partirse. Qué bueno, Cris. Coge carrerilla contando chistes y, con dos, sin cortarse, con la legislatura en la UCI, cuela que las conversaciones Canarias-Estado han recuperado estos días su agenda ordinaria de trabajo; qué tío, el Cris. Qué decir del rato que nos ha hecho pasar cerrando un acuerdo para generar empleo, sabiendo como sabe que eso se hace de oficio, o lo de comprometerse a apoyar las acciones de divulgación de nuestras ventajas fiscales, conociendo como conoce que hace siglos que esa colaboración se presta también de oficio, entre otras cosas porque el Estado no permite que las comunidades pisen el extranjero sin su bendición. Cris -Cristóbal Montoro ya es, y para siempre, Cris- es un tipo grande; el amigo ideal, claro que sí, para salir de cañas y echarse unas risas. Qué tío.