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Cuento y esperanza

En albor de una idea que brotó imprevista encontró la motivación para volver a creer que aquel deseo era alcanzable. Al cobijo de esa emoción temprana, nacía la posibilidad de desarrollar algo que, a las alturas en las que estaba, parecía imposible. Hacía mucho tiempo que nada sucedía. Todo se restringía a ver pasar los días, las horas… Nadie era capaz de motivar una salida, cada cual se había limitado al monólogo enrocado. Los sueños habían muerto en una sucesión de realidades, dejando paso a la mera supervivencia vacía. Además, después de lo sucedido, qué podía esperar de la vida. Nada causaba anhelos. Si lo poco que tenías te lo arrebataron de un plumazo, si los ideales se fueron secando por falta de atenciones, si ya no había quien aportara ilusión, ¿para qué valía la pena seguir esforzándose? Así fue como optó por ceñirse al guión de la existencia hueca.

Pero esto vislumbraba otro horizonte. Para sí mismo se repetía que al igual, ese prematuro pensamiento de algo diferente, podría cambiar su vida para siempre. Su piel comenzaba a erizarse conforme lo iba cavilando cabeza adentro. Sintió de pronto el preludio del que empieza a amar, inequívoca fue la señal del revoloteo de mariposas en el estómago. Jamás pensó que estas sensaciones pudieran albergarse de nuevo en su corazón. ¿Sería posible?

Y creyó. Convencido se lanzó a la búsqueda del amado; raudo y veloz acudió al encuentro sin importarle la hora o si era el momento adecuado. Hay sentimientos que no se pueden contener. En esos instantes todo era una mezcla de contrariedades, fruto de los nervios, del miedo al rechazo, del qué dirán. Aun así no se dejó vencer y continuó adelante con la valentía loca que solo tienen los amantes. Ahora o nunca, se dijo para sentenciar lo que ya estaba comprometido. Sonrió entregado mientras pulsaba el timbre de la entrada. No tuvo miedo, pero sí una duda que lo tenía en vilo: ¿lograremos pactar?

@cesarmg78