sin pelos en la tecla

Gobierno del régimen – Por Cecilio Urgoiti

El capital ha empezado a dar señales propias de impaciencia, tiene prisa para continuar con su hacer caja, tal como venia haciendo es estos años de impuesta “crisis”. Esta inquietud, ha quedando reflejadas en las palabras de Alfonso Alonso, no a título de ministro de Sanidad, sino como presidente de su partido en el País Vasco reclamando gobernabilidad, palabreja esta, que ahora se puso en boga. Alfonso Alonso, ha destacado que la “parálisis institucional” en Cataluña y el “colapso” provocado por las “opciones radicales extremistas” deben servir a modo de “lección” para buscar desde las fuerzas políticas mayoritarias una gran coalición que dé estabilidad a España. Palabras estas que contradicen manifiestamente, la actitud de los cuatro últimos años del gobierno del que hoy forma parte y que defendió, con uñas y dientes, desde su responsabilidad en el Parlamento. Con mucha mayor indolencia e indeferencia, si cabe, actuaba el presidente Rajoy, en minúsculas al igual que su ministro, durante sus años de mayoría absoluta. Por lo visto, tras los resultados electorales las cosas pintan diferentes y la hosquedad se torna en amabilidad y como muestra, ahí van estas palabra, del portavoz del PP Rafael Hernando, que hablaba así: “Estamos abiertos y tendiendo la mano a un gran acuerdo por España, en el que estén Ciudadanos y PSOE, esto es lo que le iría bien a España”.

También el presidente ha salido con la misma cantinela, pronto llamara a Sánchez con lo de la gobernabilidad, por cierto suena muy mal en boca de truhanes. Tal situación debe entenderse dentro del contexto, en la que concurran un conjunto de condiciones favorables para la acción de gobierno, que se sitúan en su entorno o que son intrínsecas a éste. Así, este concepto se enmarca en el ámbito de la “capacidad de gobierno”. Los que hoy en España se creen en poder de la verdad y optan a esa gobernabilidad, no tienen capacidad, ni han acreditado el porte requerido o de ellos o del partido que representan. Se trata del caso, de que las dos condiciones, se dan, en el mismo sujeto, que no es otro que el representante de la derecha. Con estas realidades, están deslegitimados, por pura corrupción y por otro lado, no se registran demandas de los ciudadanos, que son en mayor o menor medida los legitimados para exigir tal postulación, cuestión aparte esta por ver, si esos, los ciudadanos en caso de demandar, lo exijan en un referéndum.

Los ciudadanos que fueron los que votaron y provocaron con su voto esta situación de ingobernabilidad que ahora se les atribuye, se pongan a exigir los tres últimos deseos de Alejandro Magno o el Grande. Texto que extraigo de su biografía y que cuentan que, encontrándose al borde de la muerte, “Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:

1 – Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.
2 – Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y…
3 – Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
Alejandro le explicó:
1 – Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar.
2 – Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
3 – Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo”.

Esta exigencia debería plasmarse en las constituciones y convertirlo en ley y, exigirlo tanto, al principio como final de legislatura. Lo de la muerte es que estaba en el texto.