el charco hondo

Grupo

En un segundo artículo sobre los asuntos tratados en el congreso de neuropsicología celebrado semanas atrás en San Diego, una de las firmas más leídas del Washington Post vuelve a llamar la atención sobre la ponencia que abordó las Disfunciones cognitivas, neurofisiológicas y emocionales en el uso de WhatsApp. Días después de que el periodista del diario estadounidense -experto en aplicaciones- provocara una enorme controversia con su información sobre el uso que los padres del colegio hacen de los grupos, ha llegado a los quioscos una segunda entrega en la que se recuperan las conclusiones a las que llegaron los asistentes tras escuchar la comunicación sobre Disfusiones neurobiológicas en el uso que amigos o conocidos hacen de los grupos que, con carácter finalista, se crean en WhatsApp.

A juicio de los neuropsicólogos, que en grupos de WhatsApp creados con una finalidad específica (quedar para una cena o cumpleaños, por ejemplo) días o semanas después de la cena o cumpleaños nadie se atreva a abandonar el grupo obedece a desajustes emocionales e inseguridades afectivas que condicionan el proceso mental-conductual, provocando que no se abandone el grupo aunque hayan pasado meses. Consideran los ponentes que quedarse en un grupo que ha perdido su razón de ser -la cena o el cumpleaños- manifiesta una actitud socialmente dependiente del usuario, marcada por el miedo que le generan las despedidas o la recuperación de su espacio de individualidad, y sobre todo, y especialmente si el usuario es español, por la escalofriante sospecha de que si se abandona el grupo el primero -o antes de que lo hagan otros- será fusilado por los que se quedan. Así se explica, según señaló en el congreso un especialista en redes sociales, que los españoles acumulemos en el WhatsApp más de 100 grupos de cenas celebradas hace meses, un trastorno del comportamiento con el que, según algunos analistas, afloran paralelismos -por acumulación de desperdicios- con el síndrome de Diógenes.