Diario del Coach

Iceberg

Imagina un iceberg, una montaña de hielo de la que sólo vemos en la superficie una pequeña parte de su totalidad. Figúrate que lo que asoma fuera del agua es el éxito, y que lo que se oculta en las profundidades es cuánto ha costado conseguirlo: sacrificios, decepciones, disciplina, dedicación, esfuerzo, perseverancia, aprendizaje, fallos… El triunfo no es gratis: requiere pagar un precio. Pero desafortunadamente, hay quien piensa que es posible lograr lo que se desea sin dar un palo al agua… En un proceso de coaching definimos tus metas y la hoja de ruta para que superes la distancia que te separa de ellas. Esto supone que tomes conciencia sobre el esfuerzo requerido para ponerte en marcha y sobre la cantidad de recursos que necesitas para alcanzar tu victoria. Hay quien se amilana porque considera que la energía que hay que invertir no compensa los resultados. Es una decisión legítima, si bien no se puede pretender disfrutar de la miel sin asumir el riesgo de que pique alguna abeja. Piensa en ciertos predicados de la publicidad: “consígalo sin esfuerzo”, “no renuncie al placer”, “páguelo sin darse cuenta”… Y frases por el estilo. Es un lenguaje falaz: dibuja un mundo idealizado en el que se nos invita a coger lo que nos apetece sin reparar en lo que cuesta. Idealizado e irreal, porque por muy atractivo que sea el paisaje adornado por ese “iceberg”, hemos de acercarnos con cautela para que no nos suceda como al Titanic y acabemos hundidos al chocar con la realidad. ¿Qué deseas conseguir? ¿Hasta dónde te quieres comprometer con el proceso para lograrlo? ¿Cómo vas a medir si vale la pena? ¿Qué pasa si no lo consigues? ¿Cómo cambiará tu vida cuando alcances tu meta?

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