En La carrera

‘La inmediata lejanía’

Así ha titulado su nuevo libro, el doctor en Filología Románica don Oswaldo Izquierdo. Lo presentaba ayer sábado en el bello municipio gomero de Hermigua. Este texto lleva la marca de un filólogo galdosiano enamorado del sabio orden de las letras y la idónea ubicación de las palabras en el texto. Me comentaba hace unos días su autor, en uno de esos bellos mensajes que me envía, dándome prontas pistas de su nunca equivocado camino literario, del que otros aprendemos; me comentaba que estaba en los prefacios de la presentación de su nuevo texto y hacia el que, me aseguraba, sentía un especial aprecio, puesto que se trata de una recopilación de artículos, ensayos y poemas publicados en diferentes momentos de su exquisita biografía literaria.

Hay quien equivocadamente, siguiendo mi sencillo saber, suele comentar que las recopilaciones son un insistir en lo mismo, yo -insisto desde mi humilde conocimiento- entiendo que una recopilación es un agrupar lo más preciado de tu obra y ofrecer la reflexión en él de diferentes momentos vividos, que, muchas veces, las más, suelen servir para observar el momento actual y analizarlo desde lo ya conocido. Quizás, seguro, son momentos estos para practicar esa exquisita lección que nos da este enorme amigo de las letras, don Oswaldo. Hace poco, aceptándome una visita próxima a nuestro colegio, el Virgen del Mar, para ofrecer una charla sobre la obra de Galdós a los alumnos de Bachillerato, me decía que nos olvidamos los canarios de que contamos con un novelista en nuestra historia literaria, don Benito Pérez Galdós, que si no hubiese nacido Cervantes, a buen seguro sería el primer novelista célebre de la literatura española. Viniendo esta afirmación de quien viene, de don Oswaldo, uno de los grandes estudiosos galdosianos de esta tierra canaria, no solo digo que es verdad, sino que él ha sabido dar excelentes pruebas en sus estudios para corroborarlo. Recurro aquí a recordar esta anécdota respecto a Galdós, porque su neonato libro sigue ofreciéndonos directa o indirectamente su enamoramiento por el gran Galdós. Don Oswaldo es un hombre enamorado, a mi parecer, de tres cosas básicas: la familia, la educación y la literatura. En este libro aparecen esos tres pilares para conducir por buen rumbo nuestra vida. Ahora solo queda releerlo muchas veces. Felicidades, don Oswaldo.