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Papua

1. Esta es parte de la historia de un hombre que el pasado viernes tocó en mi casa, sin avisar, para entregarme un libro. Venía con su encantadora y guapísima mujer, Juani, que ha sido quien más insistió para que mi buen amigo Guillermo Van de Waal (Bodegraven, Holanda, 1939), en su día otro holandés errante, escribiera este libro. Lo he leído casi todo, con verdadera pasión, este pasado fin de semana, y he visto sus magníficas fotos de paisajes y de humanos. Destinado por el Gobierno holandés como funcionario a la última colonia de ese país, Nueva Guinea, Guillermo vivió parte de esos tres años en una zona de la región donde se practicaba el canibalismo y donde la gente iba desnuda; y se debatió entre papúes y la Edad de Piedra. La presentación de su libro con esas experiencias, por cierto muy bien editado, será el próximo jueves, a las siete y media de la tarde, en el salón de actos de la MAC, en Santa Cruz.

2. Hay un cordón central en el libro y es la desaparición del rico heredero Michael Rockefeller y las investigaciones que Guillermo realizó para conocer qué había sucedido. Sería muy cruel por mi parte revelar el resultado final en un artículo previo a la aparición del libro. Guillermo pasó tres años en aquella zona del mundo antes de regresar a Holanda para estudiar ingeniería tropical y subtropical. Luego, ya en 1968, se convirtió en ejecutivo de Fred. Olsen y finalmente fue destinado a Canarias donde vive. En Tacoronte.

3. Él dice que aquellos años fueron como vivir en el corazón de lo primitivo, sobre todo el año y medio pasado en el Asmat, el territorio más alejado de la civilización. Creo que era el año 1959 cuando decidió que su vida tendría sentido lejos de Holanda y de la extrema educación católica que le impusieron sus padres. Guillermo vivió, con cinco policías nativos a sus órdenes, a merced de lo que se les ocurriera a los papúes. Él no le pone el acento a Papua, lo deja quizá en holandés. No se pierdan este libro los que aman la libertad. Van de Waal me había contado algunas cosas de su aventura, pero confieso que me he pasado el fin de semana pegado a Papua. El relato lo merece. Y en la MAC estaré el jueves, por supuesto.