Domingo cristiano

Paridas y paridad

Lo de la paridad entre hombres y mujeres siempre me ha parecido una extravagancia. Creo que la mayoría de mujeres piensa lo mismo: no quieren que sobre ellas planee la sospecha de que ocupan un puesto para equilibrar el número de varones y hembras, sino por su valía. Pero algunos que buscaban nuevos nichos de voto lo hicieron ley, y ahí está. Algo parecido a esa presunta discriminación positiva están perpetrando algunos de los nuevos salvadores políticos, emergidos desde los abismos del descontento ciudadano. Su cruzada por la presunta equidad se propone ahora silenciar las raíces cristianas de nuestra sociedad y las tradiciones que nos amasan como pueblo para darle cancha así a otras sensibilidades. Por aquello de la paridad cultural, Ada Colau ha engendrado este año en Barcelona la celebración del solsticio de invierno; Carmena ha dado a luz en Madrid las fiestas de la multiculturalidad y Ximo Puig ha parido en Valencia a tres esperpentos vestidos de putas a las que ha bautizado “las tres reinas magas”.

¿Paridad? Qué va. Paridas vacías de contenido con las que intentan pagar peaje al perroflautismo que les encumbró sin programa. Tal es la falta de solvencia que creen que sólo por cambiar el nombre y la forma a las cosas, esas cosas cambian por dentro. A Madrid, por ejemplo, le costará olvidar el espantajo de cabalgata de Reyes de este año, sin referencias a Cristo, sin Belén al que llegar los Magos, artificialmente engordada con espectáculos étnicos fuera de lugar, con música de discoteca y salsa. Y con unos Reyes Magos disfrazados de mamarrachos, que no vestidos de época.

Está claro que no peligra la Navidad por los arrebatos resentidos de la progresía intolerante. No tienen capacidad: ¡si hasta relacionan los Reyes Magos con la monarquía! No, no tienen capacidad. Nosotros, los creyentes, sí. Nosotros podríamos cargarnos la Navidad y la percepción del valor de nuestra fe: si no compartimos con orgullosa serenidad nuestras creencias, si escondemos nuestra fe en las sacristías, si convertimos el respeto a todos en una razón para no proponer la fe a nadie.

Pero cuidado con confundir la experiencia de Jesucristo con una yihad cristiana. No va de eso nuestra fe, sino de compartir lo que hemos visto y oído. Y para ello hay que vivirlo con hondura, desearlo y ponerse en marcha. Como los Magos de verdad. Lo nuestro no va de lanzar intifadas, sino de vivir desde la fe, celebrarla y compartirla.

Mientras, que sigan las paridas. Este año han desahuciado a los camellos en Madrid, por aquello de la igualdad animal. Con esa lógica, habrá que prohibir los perros como mascotas, que no han nacido para eso. O quitar los caballitos de los tiovivos, reflejo artístico de la injusta prevalencia del pueblo humano sobre el pueblo animal. No te digo yo que no lo veamos.

@karmelojph