otras coordenadas

‘Patiperreando’

Sin duda el idioma de la calle va más rápido que el académico y precisamente el español más aún, al estar el conjunto de los países hispanos unidos por la misma lengua. Soporte también de la cultura, relaciones, economía y más. Numerosas son las opiniones que ponen el acento en los valores del idioma español, que nos permite acercarnos a nuestros hermanos del otro lado del Atlántico. A través de las nuevas redes intercambié en días pasados, con unos amigos virtuales de Chile, opinión sobre el término patiperreando, compuesto de los verbos patear y perrear. Feliz hallazgo de nuestras jóvenes lenguas, que forman verbos compuestos, para expresar acaso nuevas acciones. Patear no aparece en el Diccionario de la RAE, pero si perrear en su versión Panhispánica, de las 23 Academias integradas, el compuesto de ambos en ninguno de los dos. En el contraste informativo, me dicen desde Chile, que patiperrear sería algo así como “viajar a pie sin destino claro y adaptado a un traslado sin grandes comodidades”. Me permito con ello, con la libertad que nos dan las lenguas hispanas, abusar del término para aplicarlo a la actual situación española. Quizás confundiendo el sentido optimista del término en su acepción chilena y usarlo en acciones que en nuestro caso serán figuradas y aplicadas al “juego de los partidos políticos españoles”.

Patiperrerando por los partidos políticos. Viene el conjunto de nuestros partidos políticos, nacionales y nacionalistas, de derechas izquierdas y centros, patiperreando por la sociedad española. Se relacionan con nosotros de manera difusa e incómoda, forzados por los tiempos electorales. Los partidos funcionan en vertical y sin control democrático al interno y han venido diluyendo las fronteras entre los poderes del Estado. Han vuelto a empeorar su sistema de financiación, reduciendo la propia y aumentando con ello su dependencia de las subvenciones del Estado, alejándose aún más de sus bases sociales. Cualquier sistema de partidos, debe equilibrar “representación” y “gobierno”. En España sólo demandamos más representación, careciendo por ello de buen gobierno. Sin entrar a valorar las diferencias entre sistemas “proporcionales” y “mayoritarios”, nos inclinamos por éstos al ser más gobernables y con mayor calidad de representación. Son meritocráticos y reducen la corrupción.

Patiperreando por la corrupción. A la cabeza de los problemas que preocupan hoy a los españoles. El desajuste señalado en el “juego de los partidos” está en su base. Es consecuencia de un mal reparto del poder, entre sociedad política y civil. Ello ha dado lugar al desarrollo de un sistema económico que algunos han calificado como “capitalismo de amiguetes”, contra el “capitalismo democrático” que deberíamos defender. No debe extrañarnos por ello el caso de los ERE andaluces, el caso Bárcenas, el Nóos, el caso Pujol en Cataluña, o bajando a la escala local, el caso Arona. Es el “capitalismo de amiguetes”, siempre coordinado desde el poder político, rompiendo las reglas del mercado y la libre competencia. Al romper la transparencia, nunca se sabe cómo se reparten las ganancias. Aparecen los conflictos de asignación y reparto, que acaban finalmente en los juzgados. Los sobrecostes se pagan socialmente.

Patiperreando por la nación y el Estado. No acabo de entender cómo una nación tan antigua sigue patiperreando, con la “bandera, el himno, el modo de Estado, la lengua y el territorio”, elementos definitorios de cualquier Nación-Estado actual, al margen de su evolución hacia unidades mayores, acorde a los retos de la sociedad global. La bandera cuestionada, el himno sin letra, el estado entre Monarquía y República, la lengua se prohíbe en autonomías y el territorio se fragmenta. Ninguna organización política puede seguir patiperreando con estos cinco elementos. Asombra que sea el fútbol y otros deportes, las instituciones que más nos acercan en España al ideal del Estado-Nación. Aceptan las cinco condiciones y en las medallas cuando suben la bandera con el Rey, hasta tararean una letra inexistente.

Patiperreando por la sociedad civil. Todo esto no lo hacen los partidos al margen de su sociedad civil y ese es el drama. Las sociedades del sur de Europa están en el “capitalismo de amiguetes” y han tenido tradicionalmente un alto nivel de aceptación de la corrupción. Pero llegó la “crisis y Montoro”, que multiplicaron el paro y los impuestos sin piedad. Las revoluciones siempre las han hecho las clases medias empobrecidas, que piden colgar a los reos, en este caso los más visibles son los ligados a la corrupción. Piden al tiempo hacer crecer el Estado y bajar los impuestos, más libertad y más regulación, una cosa y su contraria. El relativismo de Zapatero, no es otra cosa que la expresión de nuestra falta de valores. Cierro el artículo haciendo una lectura positiva de la situación, como la harían nuestros amigos chilenos, patiperreando.