el charco hondo

Pedro J.

A veces, el detalle que llena de sentido un relato asoma en la digresión. Ayer pasó en el Foro Premium del Atlántico -del Grupo Plató-, con Pedro J. Ramírez. En ocasiones, una intercalada hace que salte la pieza que explica el puzle; en este caso, el que tiene a España en funciones. El director de El Español introdujo en su intervención un suelto, una cláusula aparentemente de aliño, que invitó -y anima- a desandar lo andado para poder entender el efecto Podemos.

Con cincuenta empresarios por testigos, Ramírez hizo un inciso para contar que, desmintiendo a las apariencias, Rajoy e Iglesias tienen una relación cordial, fluida. Consta que no exagera (a algunos profesionales de esta Casa nos lo adelantó en la cena de la víspera); y, además, cuadra con el nacimiento, crecimiento y reproducción de Podemos. Fue el PP el que tras las europeas amamantó a la criatura con la intención de romper la izquierda a los socialistas -¿o acaso no fueron los populares quienes tras las europeas dispararon el grado de conocimiento de Podemos?, ¿o no es cierto que se abonaron al discurso del miedo a los ‘bolivarianos’ para acallar pecados económicos y penales?-. Podemos no habría crecido de esta manera sin el concurso de los portavoces del PP. Tampoco Ciudadanos, concebido para ofrecer a parte del ejército de indignados una marca que les permitiera un desahogo más cool. Cuadra que Rajoy e Iglesias se entiendan políticamente en la intimidad. Encaja porque el discurso del PP alimenta a Podemos; y el de Podemos al PP. Uno es la gasolina del otro, y viceversa; a uno le interesa romper al PSOE, y también al otro. Ciertamente, es mucho lo que los une. Ayer Pedro J. Ramírez desveló cosas, y más que contará porque El Español y Diario de Avisos intensificarán su tráfico informativo. A veces, como ayer con Pedro J., hay que apartarse del relato para explicarlo, es necesario colar una digresión para confirmar que la mala relación de Rajoy e Iglesias va sobre ruedas.