tribuna

El PSOE en la encrucijada

Apenas un año y medio después de que Pedro Sánchez resultara elegido por aclamación, en un Congreso Federal extraordinario, secretario general del PSOE, y dándose la circunstancia histórica de que habían sido los militantes y no los dirigentes quienes le auparon al poder, todo vuelve a comenzar.

La primera decisión del Comité Federal, reunido ayer en Ferraz, fue la convocatoria para el próximo ocho de mayo de unas nuevas primarias que ratificarán a Sánchez o lo convertirán en el secretario más efímero de la organización.

Todo esto, que podrían parecer avatares internos de una formación política, se produce en uno de los momentos más complicados para la gobernabilidad de España desde la restauración de la Democracia. En caso de repetición de elecciones, se da por supuesto que estas no tendrán lugar antes de junio. Por lo que podría suceder la siguiente paradoja: que Pedro Sánchez consiguiera, con su probada capacidad de resiliencia, bajar a Podemos de las tablas del teatro a la realidad y lograr su apoyo para la investidura, o que el PSOE cambie de candidato a un mes de los comicios.

En el primer caso, con Pedro Sánchez en la Moncloa, ¿se atreverán los dirigentes, que desde el primer día le han puesto palos en las ruedas, a quitarle de secretario general? Y en la segunda hipótesis, ¿puede el PSOE permitirse improvisar un candidato a las puertas de unas elecciones donde Podemos pretende convertirlos en irrelevantes?

La decisión tomada ayer pone en evidencia que el Comité Federal da por hecho que no se va a lograr el pacto de izquierdas alternativo a Rajoy y, por eso, se atreven a convocar primarias. Pero también parece demostrar que Susana Díaz está decidida a dar, por fin, el salto a la política nacional y optar a la secretaria general. Porque solo un candidato con nombre político puede enfrentarse a una campaña electoral días después de ser elegido.

La actual ejecutiva, los hombres y mujeres del equipo de Sánchez, no esconden su indignación. Antes de empezar a negociar propuestas, y con un Pablo Iglesias chulesco que les exige medio gobierno, se confirma que no controlan el poder dentro del partido. Malos mimbres para sentarse a una mesa de negociación.

Los agoreros, que vaticinaban la tendencia al suicidio colectivo de unas siglas que han tenido un papel fundamental en la estabilidad democrática de los últimos cuarenta años, están más cerca de acertar.

Una de las posibilidades que tiene Pedro Sánchez para evitar el sorpasso de Podemos, que se fundirá con Izquierda Unida sumando medio millón de votos más, es intentar hasta el final una alternativa de progreso. Demostrar que si se vuelven a repetir las elecciones no es porque no lo hayan intentado. Que han sido los acionalistas/soberanistas/independentistas o el populismo demagógico de Podemos quienes obligan a los ciudadanos a volver a las urnas.