nombre y apellido

Silvana Pampanini

Lideró el grupo de las italianas guapas que revolucionaron el cine de los años cincuenta a las que sólo se exigía su presencia sensual y la sonrisa cómplice para rentabilizar producciones y multiplicar taquillas. Silvana Pampanini (1925-2015) abrió el abanico de bellezas latinas a las que se adscribieron Gina Lollobrigida, Sophia Loren y su ilustre tocaya, la Mangano, pero no alcanzó las cotas de calidad interpretativa de estas tres maggioratas pero sí, tanta o más popularidad que cualquiera de ellas. En 1947 protagonizó L’apocalisse, sin otra experiencia que su participación exitosa en el concurso de Miss Italia, que ganó como representante del Lazio. Fue elegida partenaire del versátil Totó (Antonio De Curtis) y demostró, junto al genial napolitano, una naturalidad absoluta ante las cámaras, una bis cómica excepcional y, por si fuera poco, unas magníficas condiciones para el canto que abrieron una nueva vertiente en su carrera artística con celebradas actuaciones en directo y grabaciones dentro y fuera de Italia. Trabajó con Giuseppe María Scotese, Mario Soldati y Dino Risi en películas ligeras y rentables que afianzaron su popularidad y, como valiente reto personal, aceptó proyectos de Luigi Zampa -Processo allá citá, 1952 – y Giuseppe de Santis -Un marito per Anna Zaccheo, 1953- que asociaron su nombre al prestigioso movimiento neorralista. Con sesenta películas en su haber y actividades paralelas en otros campos, a la bella romana se le atribuyeron infinidad de romances pero su realidad sentimental se centró en una secreta convivencia con un millonario que la acompañó en gran parte de su dilatada existencia. La Pampanini ocupa un lugar destacado en la crónica cultural del Archipiélago porque, en el cenit de su fama, protagonizó Tirma (1954), junto a su guapo compatriota Marcello Mastroianni y el galán uruguayo Gustavo Rojo en la cabecera de un reparto que reunió también a notables actores nacionales en los papeles secundarios. Fue una coproducción hispano-italiana, apoyada por las instituciones de Gran Canaria -el argumento se inspiró en un romance de Juan del Río Ayala sobre la conquista-, que dirigieron al alimón Paolo Moffa y Carlos Serrano de Osma. El rodaje y el estreno en Las Palmas se vivieron como un acontecimiento extraordinario, los periódicos y las radios locales hicieron un meticuloso seguimiento, pero la respuesta del público no se correspondió con las optimistas previsiones.