sobre el volcán

No son tiempos para enredarse en laberintos

A veces nos empeñamos en imposibles. Intentamos adaptar la realidad a nuestros deseos y si no caben, tratamos de ajustarlos con calzador o a empujones si es necesario. Testarudos, nos dan una y mil negativas, y seguimos empeñados en lo mismo. La perseverancia se torna en obcecación y te deja sin reflejos para adaptar las necesidades a las posibilidades reales. Creo que algo de esto está pasando con la reivindicación del Aridane Golf. Un controvertido proyecto que aparece y desaparece como el Guadiana en el debate público. Ahora ha sido un grupo de empresarios de La Palma el que se ha sacado de nuevo este asunto que tiene muy pocas posibilidades de prosperar por los impedimentos medioambientales que tiene y sobre el que ya se han pronunciado contrariamente los tribunales. El Partido Popular de Los Llanos, mientras estuvo en la oposición el pasado mandato, también reivindicó el campo de golf de Tamanca. Ahora, con la situación urbanística en la que ha quedado el municipio, tras la sentencia que anuló el Plan General, creo que otras serán sus prioridades. ¿Para qué insistir sobre algo que se sabe que es prácticamente imposible su ejecución y, en su lugar, no gastar esas energías en buscar, por ejemplo, un emplazamiento alternativo en esa zona de la Isla para su instalación? Es una guerra perdida de antemano en la sociedad, en los tribunales e incluso en la propia Administración. Creo que es bueno para La Palma que entre el golf, que haya un par de campos donde practicar ese deporte que tiene al parecer tantos seguidores de alto poder adquisitivo y que puede suponer un aliciente más para el sector turístico. Pero La Palma no está para meterse en más trámites engorrosos burocráticos y judiciales que echen por tierra no sólo un proyecto, sino la totalidad de lo planificado. La Isla Bonita necesita una vía rápida, clara, consesuada y despejada de cualquier traba para poder sacar adelante un número de infraestructuras hoteleras y de ocio suficientes para favorecer su desarrollo turístico de una vez. No estamos para entrar en debates bizantinos ni perder el tiempo ni la energía en intentar salvar lo imposible. Cuando la necesidad aprieta, hay que priorizar la eficacia a cualquier otro tipo de planteamiento. Es la vía que se ha utilizado para sacar adelante de una vez el centro de visitantes del Roque de Los Muchachos. Como nos volvamos a enredar en madejas que no conducen a nada, seguiremos perdiendo un tiempo precioso. Afortunadamente, parece que los partidos políticos, al menos los que tienen mayor representación, han comprendido esta necesidad y empujan en favor de lo que hay consenso. El palo que supuso la anulación del Plan Turístico habrá servido también de lección para no perderse en nuevos laberintos. Y otra cosa, vivimos en una isla con una superficie de poco más de 700 kilómetros cuadrados. No estamos para mucho localismo. Una planificación equilibrada no significa que todos tengamos de todo, sino articular una estrategia de la que nos beneficiemos todos.