el charco hondo

Trastero

No estaría mal aprovecharla para abrir un lounge club. Ambiente adecuadamente relajado, toque árabe, con sus sofás y sillones de mimbre, quizás alguna carpa roja o dorada, en fin, un local que ofrezca un amplio catálogo de bebidas espirituosas, food & drinks, VIP service y, faltaría más, el cóctel Anchieta como copa premium de la carta. Hay otras posibilidades. Metidos en faena, quienes gobiernan en el Ayuntamiento de La Laguna podrían hacer unas reformas a la casa (obra menor, vaya; con licencia, eso sí, que hasta feo estaría despistarse con esas cosas); de forma que, para no renunciar a otras fuentes de ingreso, abran un centro de hidroterapia, con jacuzzis, bañeras con diferentes tomas y desagües, sauna. Claro que si el equipo de gobierno no tiene donde meter los expedientes municipales, como así es, lo razonable es dejar para más adelante las ideas del lounge club o del spa, al menos los meses que tarden con trámites internos, rematar el pliego, convocar el concurso y arrendar una nave en la que centralizar los archivos. Hasta ese momento, y sin descartar que también aprovechen el inmueble para almacenar señales de tráfico, estructuras ya inservibles o mobiliario urbano destrozado, la Casa Anchieta la utilizarán para guardar diez mil cajas -para ahorrar, dicen-. Después de catorce años con el proyecto de museo paralizado, tienen la casa de quien fue declarado santo por el papa Francisco convertida en un almacén donde soltar 10.000 cajas con documentación oficial. La tentación de pensar en alto, y decir que esto solo pasa aquí, es enorme. Es inevitable imaginar el escándalo que se habría montado en otra ciudad si, como han hecho en La Laguna, utilizan la casa de una figura de similar dimensión como cuarto trastero. Es para reducir gastos, afirman mientras visten y desvisten santos, puede que dándole vueltas -para ahorrar o generar ingresos- a la posibilidad de montar un bar chill out en la casa donde nació José de Anchieta.