CULTURA

Una tribu primitiva congelada en el tiempo

Una de las imágenes que forma parte de la muestra. Un grupo de mujeres asmat en la década de los 60. / GUILLERMO VAN DE WAAL
Una de las imágenes que forma parte de la muestra. Un grupo de mujeres asmat en la década de los 60. / GUILLERMO VAN DE WAAL

Solo en la fotografía se puede congelar el tiempo. En ella se muestra lo que fuimos, se cuentan historias y se resguardan las evidencias de cualquier tiempo pasado. Esto lo sabía el holandés Guillermo Van de Waal cuando tenía 20 años y fue destinado a Papúa Nueva Guinea, en la década de los 60 del pasado siglo, como funcionario para administrar la costa de las Casuarinas, en Asmat, un distrito al sur del país que fue colonia de Holanda hasta 1973. Su historia parece sacada de un libro de realismo mágico, y sus instantáneas bien podrían ser portada de revistas como National Geographic, tan increíbles que uno tiene que mirarlas dos veces para asegurarse de que lo que está viendo es real.

Hoy, más de 50 años después de aquella aventura, en su casa de Tacoronte, Van de Waal se sienta junto al fotógrafo tinerfeño Alfonso Bravo para dar forma a una exposición que se inaugurará oficialmente este jueves en la Sala MAC de la capital tinerfeña, a las 19.30 horas, y que se abrirá a todo el público a partir del viernes. La muestra, que se mantendrá colgada durante un mes, estará compuesta por 87 fotos de las 400 que guarda el que también fuera director general de Fred Olsen. Se trata de una colección inédita de lo que se encontró al llegar a Asmat. Una zona habitada por una tribu de cazacabezas y caníbales que lo identificaban como el espíritu de sus ancestros. “Nunca tuve miedo de los asmat (la tribu toma el nombre del territorio que ocupan). En su explicación del mundo, ellos consideraban que cuando se morían, su espíritu cruzaba el mar y volvía como un hombre blanco que traía barcos, aviones…, tecnología, en definitiva. Todo lo que nosotros llevábamos era extraordinario para ellos, que solo tenían madera y fango”, explicó a este periódico durante la entrevista.

El holandés logró capturar la vida de los papús. / VAN DE WAAL
El holandés logró capturar la vida de los papús. / VAN DE WAAL

Como ya decíamos, Guillermo se encontró en una encrucijada cuando terminó sus estudios: o hacía la mili o buscaba una alternativa. “Esa alternativa era la de trabajar para el Gobierno durante cuatro años en Papúa. Pensé que de esta manera podría aprender más y firmé un contrato”, matiza. Durante el primer año, Van de Waal se preparó para su viaje con un máster. Ninguna explicación podía acercarse a lo que vivió allí. “Mi trabajo era lo más indefinido de esta odisea. Cuando llegué, no había nada, solo una pequeña pista de aterrizaje y una casita”. En general, su trabajo consistía en administrar un territorio en el que sus habitantes no conocían la economía y en registrar a una población nómada que entre el 60 y el 62 seguía viviendo en la edad de piedra. “En la costa de las Casuarinas había una media de 8.000 habitantes, aunque era complicado saberlo con exactitud”.

Van de Waal era, por tanto, el único blanco en el distrito, a excepción de un misionero europeo que vivía a 50 o 60 kilómetros de distancia. “Esa gente no conocía la rueda o la agricultura, eran sumamente primitivos y eso era lo interesante”. En los tres años de convivencia, logró retratar a esta tribu como nadie lo ha logrado hacer hasta ahora. “Mis fotos no son las únicas, pero nadie ha logrado captar tantas y de tantas cosas”, comenta. Una cámara Voigtländer y una reflex exacta capturaron paisajes inhóspitos, costumbres y fiestas, partos y muertes, arte y cotidianidad. Cosas que solo la convivencia y la confianza pueden conseguir.

VAN DE WAAL
VAN DE WAAL

Aunque cada imagen es el reflejo de una gran historia, el capítulo más increíble de su paso por aquel territorio, fue el de la visita y desaparición de Michael Rockefeller. Corría el año 1961, cuando el hijo del vicepresidente de EE.UU. y coleccionista etnográfico pasó por Asmat para comprar alguna pieza de arte elaborada por la tribu de cazacabezas. Ellos eran especialistas en tallar la madera. “Este chico tenía mi edad y lo único que quería era conseguir alguna obra para el museo de su padre”, explica Guillermo. Con tan mala suerte que su embarcación naufragó y su cuerpo desapareció en aquel territorio de fuertes corrientes, grandes pantanos y habitantes con su propia forma de entender la justicia. “Con el tiempo corrió el rumor de que el hijo de Nelson Rockefeller fue capturado por una tribu y asesinado por ellos. Tuve que investigar tales acusaciones e incluso conseguí algunos huesos que enviamos a analizar, aunque nunca supe a ciencia cierta qué pasó con todo eso”, comparte.

La tribu que conoció Guillermo Van de Waal ya no existe, la modernidad ha cambiado sus casas, sus costumbres, incluso su creencias. Y es que de aquellos asmat tan primitivos, salvajes, caníbales, artistas, solo nos quedan las fotos del holandés para recordarnos su historia.