el diván

Vigilar tu diálogo interno

Con diálogo interno, me refiero a esas conversaciones que tenemos con nosotros mismos. Esa vocecita mental con la que siempre estamos interactuando, como si fuese otra persona. Un diálogo que puede marcar cómo nos sintamos y cómo actuemos ante una determinada situación. Tenemos un especial cuidado a la hora de dirigirnos hacia los demás. Muchas veces, cuando tenemos algo importante que comunicar, entrenamos antes de hacerlo para así encontrar la mejor manera y no dañar a los demás. Sin embargo, nos olvidamos de tener ese cuidado o empatía cuando se trata de decirnos algo a nosotros mismos. Solemos tratarnos con exigencia y etiquetándonos despectivamente en muchísimas ocasiones, ignorando las consecuencias negativas que nos ocasionan.

Trastornos tan nombrados en la actualidad como son la ansiedad y depresión tienen como denominador común un pésimo diálogo interno por parte de quien lo padece. Y es que si el maltrato psicológico al que nos sometemos inconscientemente estuviese penalizado, serían muy pocos los que estarían exentos de estar pagando multas casi a diario.

En cada momento nos hablamos de algún modo, y ese diálogo condiciona nuestro mundo. Por eso, es clave lo que nos decimos, porque nuestro pensamiento está formado de nuestro diálogo interno, y tu realidad se crea en base a tus pensamientos. Si no te gusta tu realidad, deberás cambiar tus pensamientos. Y para eso, primero debes cambiar tu diálogo interno. Lo cierto es que el diálogo interno negativo nos limita, siendo el único responsable de que fracasemos en muchos de nuestros propósitos, que los abandonemos o simplemente que ni lleguemos a intentarlo. Por ejemplo: vas a acudir a una entrevista de trabajo y alimentas tu diálogo interno con mensajes tipo: “No estoy preparado, no voy a ser capaz, me van a superar los nervios, voy a hacer el ridículo”. Seguramente con estos mensajes aparecerán emociones de debilidad, inseguridad, inferioridad, por lo que entrarás a la entrevista de forma cohibida, no conseguirás mostrarte al 100% y seguramente perderás una oportunidad, lo que generará un sentimiento de culpabilidad, estrés y frustración por no conseguir el resultado deseado. Sin embargo, si los mensajes son: “Confío en mí, voy a estar tranquilo, voy a hablar despacio, voy a mostrar todo lo que sé al igual que mucho interés por el puesto de trabajo”, te sentirás seguro, animado y acudirás más tranquilo, por lo que te comportarás de forma más adecuada y saldrás de la entrevista satisfecho, ya que has dado lo que depende de ti. Es verdad que un diálogo interno positivo no garantiza el éxito, pero sí que aumenta las posibilidades. Además, el diálogo interno positivo no es un rasgo que tengamos de nacimiento. Es una habilidad que se crea con el tiempo y para trabajar en ello debemos:

1-. Analizar el diálogo: igual que dedicas tiempo a tu trabajo, a tus amistades, a tu cuerpo, dedica tiempo a conocer y entrenar tu mente

2-. Educa tu mente: transforma todo lo negativo en positivo. Elimina el no. En vez de decirte “no quiero estar gordo”, di “quiero estar delgado”. Enfocarás tu atención con muchísima más facilidad en tu objetivo. De igual manera, cuida las preguntas que te haces. Si tus preguntas son: ¿por qué a mí?, ¿por qué yo?, ¿por qué todo me sale mal?, las respuestas que encuentres serán vagas. No encontrarás solución alguna y te sentirás peor. Se trata de buscar preguntas que te facilite el buscar soluciones. Te ayudará a obtener mayor control de la situación que estás viviendo. “¿Qué puedo aprender de esta situación? ¿Cómo puedo usar lo que me ha pasado como trampolín para conseguirlo?”.

Recuerda que el diálogo interno influirá en ti más de lo que te imaginas. Úsalo como una herramienta para avanzar, superarte, innovarte y encontrar nuevas oportunidades. Haz un buen uso de él y no te sabotees. Como todos los hábitos, para adquirirlo, requiere tiempo y esfuerzo, pero merece la pena.

tamaraconsulta@gmail.com