el charco hondo

Yo no

En un artículo publicado días atrás en el Washington Post, una de las firmas más reconocidas del diario abordó los temas tratados en un congreso de neuropsicología celebrado recientemente en San Diego. En el encuentro, que reunió a los mejores de la especialidad, se analizaron las últimas novedades respecto a la relación entre los procesos mentales-conductuales y el cerebro (qué decir, que todos no sepamos ya, del impulso que han experimentado de poco a esta parte las ciencias cognitivas y neurobiológicas). Al parecer, la ponencia que suscitó reacciones de todo tipo en los departamentos de las universidades de referencia en Estados Unidos se incluyó en el programa del congreso bajo el epígrafe Disfunciones cognitivas, neurofisiológicas y emocionales en el uso que los padres de los colegios hacen de los grupos de WhatsApp. Muchas fueron las disfunciones debatidas. Entre otras, las motivaciones que llevan a los padres -sin trastornos significativos, al menos que hayan sido diagnosticados- a compadecer a la madre que, con síntomas de ansiedad, escribe que a la hija se le ha perdido una coleta azul en el patio. De igual manera, los ponentes han manifestado su desconcierto tras escuchar que, en estos grupos de WhatsApp, hay padres que, estigmatizando indirectamente al niño, escriben que su hijo/a está hundido porque nadie ha confirmado para el cumpleaños. Sin embargo, lo que ha desatado la mayor controversia ha sido un caso expuesto por un neuropsicólogo español, que sacudió la sala al contar -llegó a mostrar su móvil- que cuando un padre/madre del colegio pregunta en el chat si alguien tiene el libro con la tarea del día siguiente porque su hijo/a se lo dejó en clase, el 97,28% de los padres responde Yo no, Yo no, Yo no, Yo no, Yo no, Yo no, y así hasta última hora de la tarde. Entienden los especialistas que responder en estos términos denota una disfunción múltiple, pues lo razonable, si no tienes el jodido libro, es que no respondas y punto pelota.