Aida Nureddin, recuerdos

Para muchos este nombre de mujer no significará mucho, pero si les dijera que ha sido la dadora de vida a un enorme número de parejas. Sí, gracias a las investigaciones de esta norteamericana se han dado grandes pasos en la fecundación asistida. Bien, Aida Nureddin fue una reconocida Embrióloga de la Universidad de Harvard, a quien tuve la fortuna de conocer en 2007 de la mano de otra potente ginecóloga y especialista en fecundación asistida, Ángela Palumbo. En aquel año Ángela celebró un congreso en Tenerife sobre esta especialidad médica, organizado por su centro médico lagunero, la Clínica Fivap. Allí conocí a Aida, un pequeña mujer, físicamente, pero enorme en valores humanos, conocimientos y aportaciones científicas, y especialmente involucrada en el mundo de los embriones vitrificados y en torno a la congelación de embriones y ovocitos, y del diagnóstico genético preimplantacional. Aida, una mujer volcada netamente en sí a la vida.

Hasta que conocí a Ángela Palumbo, y en su caso a Aida, poco o nada sabía de este mundo de la fecundación asistida, pero mucho me han ido aportando ellas para luego poder realizar reportajes y entrevistas sobre este campo, no solo interesante, sino básico para que, en muchos casos, muchísimas mujeres puedan ver realizada la maravilla de ser madre, y para que el calor de la familia siga existiendo, el calor que producen los hijos. Hace 15 días, Ángela Palumbo me llamó para comunicarme que iba a celebrar un nuevo simposium en Tenerife, en el TEA, el The ART of Reproductive Medicine, dedicado a los tratamientos de reproducción asistida. Quedamos en su nuevo centro médico, en la calle Manuel de Ossuna, y allí me puso al día de algo maravillo, su nueva aventura, el nuevo Fivap, su nueva clínica, y la importancia que iba a tener este congreso con la presencia de un enorme elenco de investigadores americanos en este campo. Lógicamente surgió el nombre de nuestra Aida y fue cuando Ángela me comentó que nuestra común pequeña doctora, portadora de un inmenso corazón que daba amor y felicidad a mucha gente, ese mismo corazón se había parado recientemente y nos había dicho adiós. Es cuando piensas que la sociedad ha perdido a un cerebro prodigioso, pero sobre todo a una mujer que quería dar vida a otros. Hasta siempre, Aida, gracias por la vida.