Con tranquilidad, sin ningún tipo de sobresalto, pero con la excitación de las horas previas antes de la batalla más dura de su vida. Así está Aitor Alonso, el púgil tinerfeño que hoy subirá a un cuadrilátero de Birmania donde participará en una gala del deporte de contacto más salvaje del mundo.

El fajador tinerfeño mantiene la calma en una tensa espera de tres días hasta que hoy, sobre las 13.00 horas en Canarias, se suba al ring para medirse al intocable Soe Lin Oo, el gran campeón del brutal boxeo birmano. Hasta entonces Aitor ha estado empapándose de los combates de los dos primeros días de una gala que comenzó el lunes y terminará hoy con su combate ante el ídolo local.

Y es que Soe Lin Oo es uno de los deportistas más reconocidos y admirados de Birmania, un ídolo de masas en un país con 53 millones de habitantes y con una renta per cápita anual de 903 euros. “Es un poco tercermundista”, comentaba ayer Aitor Alonso desde la habitación donde se hospeda y en la que ha encontrado una alternativa para poder comunicarse con su familia porque hasta ayer mismo estaba “medio incomunicado”. “Aquí casi no hay wifi y me tuve que comprar una tarjeta sim para poder poner internet”, relataba el fajador adejero afincado en Tailandia, que definió el estadio donde se celebrará su combate como “una especie de jaula hecha de bambú”.

En cuanto a lo que ha podido vivir desde que salió el domingo de Pattaya para llegar 16 horas después a Rangún, Aitor reconoció ayer que estaba “un poco sorprendido” porque bajo su criterio y el de muchos especialistas los combates que pudo presenciar bajo las reglas del lethwei “parecen peleas callejeras sobre ring”.

Aún así, el tinerfeño no se achica. “Bueno, eso me excita,  no se si eso es masoquismo o adrenalina pero creo que va a ser una buena experencia”, confesaba entre risas Aitor antes de ponerse serio para asimilar que hoy tendrá enfrente a una especie de perro salvaje. “He visto a mi contrincante en video y es muy duro, no hay quien lo noquee, pero voy a dar mi cien por cien”, admitía previamente a asumir que ya no hay marcha atrás. “En fin ya estamos aquí y mañana [por hoy] vamos a darlo todo”.

El púgil adejero reconocía que “ir contra el mejor de este peso, en su casa y bajo sus reglas, puede parecer un poco una locura, lo sé, pero no hay miedo” a la vez que mostraba su optimismo porque tenía claro que a priori “no se como saldrá la pelea”, pero confiaba en que cuando se baje del ring “haya sido una buena experencia”.

Pase lo que pase, mañana emprenderá el camino de vuelta hasta Pattaya y lo hará con el honor de haber sido el primer español en aventurarse a pelear en el ambiente más hostil y bajo las reglas más salvajes de cualquier deporte del mundo.